Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 116

Paradojalmente, sin mayores intervalos ni explicaciones claras, la izquierda del Siglo XXI agita banderines en favor de la homosexualidad en el afán de promover y glorificar todo cuanto antes despreció y destrató con inusual crueldad. Pero antes de proseguir con este tema y reflexionar acerca de esta asombrosa mutación, consideramos oportuno efectuarle al lector la siguiente aclaración: al referirnos a la homosexualidad de ahora en adelante, lo haremos aludiendo tanto a su militancia como a la ideología homosexualista que hay en ella, pero en modo alguno al individuo o a los individuos que, en prudencia y discreción mantienen en su vida privada una intimidad de tinte homosexual. Dicho de otro modo, los argumentos que expondremos a lo largo de nuestras anotaciones tendrán como blanco no al individuo que padece dicha tendencia, sino a aquellos que la ideologizan haciendo de esa inclinación un panegírico, un alarde y una apología militante al servicio voluntario o involuntario de la izquierda internacional. Vale decir: desde estas líneas distinguiremos siempre entre quien padece una tendencia homosexual inculpable (que merece todo nuestro respeto), de aquel que se dedica al proselitismo militante o ideológico al servicio de la expansión y consolidación de una agenda que hoy presta fiel asistencia a la reciclada causa comunista: aunque esta última se venda envuelta en un glamoroso packaging que pretende presentarse en sociedad bajo el simpático disfraz de la diversidad igualitaria. ¿Alianza nueva y eterna? Si bien la historia de la militancia homosexual viene de larga data, tomaremos como punto referencial e inicial al activista estadounidense Harry Hay[351], personaje nacido en 1912 y afiliado al Partido Comunista desde 1934, quien fusionando la dialéctica marxista a su afición libidinosa, difundió la novedosa teoría de que los invertidos constituían una “minoría cultural” oprimida por la “mayoría heterosexual dominante” y con ello, Harry Hay y sus incipientes seguidores no sólo acercaron nexos entre activistas de izquierda y el movimiento homosexual —a pesar de que en la Unión Soviética los homosexuales eran destratados—, sino que como propaganda complementaria procuraron atraer la compasión de aquellas personas sentimentales que, aunque no fueran homosexuales, se “solidarizaban” con esta causa ante la presunta “opresión” de la que esta victimizada “minoría cultural” sería objeto por parte de la insensible “heterosexualidad patriarcal”.