Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 115
En las Américas, para no ser menos, el comunismo cubano dio la nota bajo la
máxima sentenciada por el dictador Fidel Castro que rezaba: “la revolución no
necesita peluqueros”[345]. Fue entonces cuando el eterno mandamás le dio venia a su
obediente fusilador subalterno, el legendario Ernesto Che Guevara —cuyo rostro
paradojalmente suele ser exhibido y enaltecido en las manifestaciones homosexuales
contemporáneas— para que diseñara a partir de 1959 aquello que fue el tristemente
célebre campo de concentración para castigo de sodomitas situado en la Península de
Guanacahabibes, verdadera antesala torturante de lo que años después el propio
castrismo masificó en la isla mediante numerosos campos de castigo bajo el programa
de la UMAP[346], aquella política de represión estatal consistente en secuestrar
homosexuales y someterlos a todo tipo de vejámenes procurando con ello su
rehabilitación: “Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las
condiciones y requisitos de conducta que nos permita considerarlo un verdadero
revolucionario, un verdadero comunista. Una desviación de esa naturaleza choca con el
concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista (…) seré sincero y diré
que los homosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influenciar a los
jóvenes”[347] declaró el propio Castro, quien coherente con sus dichos, en 1968 dictó
la siguiente disposición en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura en La
Habana: “Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferación de falsos
intelectuales, que pretenden convertir el snobismo, la extravagancia, el homosexualismo
y demás aberraciones en manifestaciones de arte revolucionario, alejado de las masas y
del espíritu de nuestra revolución”[348].
Algunos pasajes meramente ilustrativos sobre lo que durante décadas ocurrió
con la sodomía en la Cuba castrista (el paraíso humanitario del buen progresista
occidental), pueden apreciarse en la película basada en hechos verídicos “Antes que
anochezca”[349], la cual relata la vida del escritor homosexual Reinaldo Arenas,
brutalmente encerrado y torturado durante años por el castrismo. El propio
escritor recordó que, a poco de llegar Castro al poder, “comenzó la persecución y se
abrieron campos de concentración [...] el acto sexual se convirtió en tabú, mientras que
el ‘nuevo hombre’ era proclamado y la masculinidad exaltada”[350].
Reinaldo Arenas padeció encierro y tortura hasta 1980, año en que pudo
recuperar su libertad al permitírsele emigrar hacia los Estados Unidos, país donde
finalmente el sufriente escritor pasó sus últimos días. Padeciendo el virus del SIDA,
murió en 1990.
Del exterminio a la utilización proselitista