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hombres contra mujeres”. Pero este reduccionismo no podría explicar, por ejemplo,
porqué en Estados Unidos se ha encontrado que la violencia en parejas lesbianas y
homosexuales es tan o más frecuente como la que ocurre en parejas
heterosexuales.[313] ¿No será que son móviles un poco más complejos y variantes, que
la simple aversión por el otro sexo, los que desencadenan comportamientos violentos?
De ahí que sería mucho más interesante cambiar la palabra “violencia de género” por
una mucho menos ideologizada, que no limite los móviles de la violencia a uno solo,
como podría ser la categoría “violencia familiar” o “violencia en la pareja”. Y es que
entendiendo la violencia como un todo, teniendo en cuenta que tanto hombres como
mujeres pueden ser violentos entre sí y a raíz de las más variadas causas, podremos
avanzar de manera mucho más contundente en la erradicación de la violencia en cuanto
tal.
***
Algo hemos visto hasta aquí sobre algunas organizaciones locales y sus
principales banderas y demandas políticas e ideológicas. Éstas son una constante en la
mayoría de los grupos feministas del mundo aunque, naturalmente, cuando en
determinado país se consigue por ejemplo la legalización del aborto, el feminismo,
lejos de desaparecer con el cumplimiento del objetivo en cuestión, pasa a una etapa
nueva donde se redobla la apuesta. En efecto, parece ser que el feminismo tiene, en
términos generales, una agenda cuya realización se va dando de a pasos graduales,
donde cada paso logrado las lleva a una reivindicación más radical. De modo que no en
todos los países el estadio de radicalidad es el mismo. En Argentina por ejemplo, no es
frecuente encontrar todavía, al menos no de manera realmente visibilizada, la
articulación que el feminismo ha realizado, desde la teoría y también muchas veces
desde la praxis, con prácticas como la pedofilia en otros países donde objetivos como
la legalización del aborto (central en el feminismo latinoamericano) son ya del pasado
porque ya han sido cumplimentados. Un caso destacado a mencionar al respecto es el
de la Asociación Feminista Holandesa, la cual ha firmado peticiones públicas para
conseguir la legalización de la pedofilia. En rigor, no son pocas las organizaciones
feministas europeas y norteamericanas que tienen estrechos vínculos con organizaciones
pedófilas como la NAMBLA (North American Man/Boy Love Association) y con el
IPCE (International Pedophile and Child Emancipation). A nivel de referentes en el
activismo feminista que han empezado a articular sus demandas con las de la pedofilia,
sobresalen los casos de Pat Califia[314], Camille Paglia[315], Katharina Rutschky y
Gisela Bleibtreu-Ehrenberg.