Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 106
La cuestión no es menor en vistas del impresionante lobby para normalizar la
pedofilia que se está llevando adelante, utilizando las herramientas conceptuales de la
ideología de género que, como hemos visto, nos repite que todo lo relativo a nuestra
sexualidad es una simple “construcción social” que debe ser destruida. ¿Por qué
habríamos de reprimirnos de tener relaciones sexuales con niños por un criterio tan
“arbitrario” y “cultural” como la edad? Esto ya se preguntaban muchas feministas
radicales de la tercera ola como vimos. Algunos hechos ilustran el estado de situación
actual: importantes instituciones académicas como la Queen’s University (Canadá) ya
tienen “educadores” como el profesor emérito de psicología Dr. Vernon Quinsey que
sostienen que la pedofilia es apenas “una orientación sexual más”, comparable a la
heterosexualidad o a la homosexualidad; sistemas judiciales han empezado a sentar
jurisprudencia en beneficio de la pedofilia, como el caso del reciente pronunciamiento
de la Corte Suprema de Apelación de Italia que benefició a un hombre de sesenta años
que había mantenido en numerosas ocasiones relaciones sexuales con una niña de once,
sobre la base de que esta última habría consentido el coito (nos recuerda a los
desopilantes argumentos de Firestone); en otros países se está buscando reducir
legalmente la edad mínima de consenso sexual, como en el Reino Unido, donde se está
debatiendo la propuesta de Barbara Hewson de bajarla a trece años (edad legalizada en
Irán); la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en una de las recientes ediciones
de su conocido “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (2013),
desclasificó a la pedofilia como “trastorno” (nótese la estrategia: hace diez años se la
consideraba “enfermedad”) y la ubicó en la categoría de “orientación sexual”, aunque
en edición posterior hubo una rectificación (¿no estaban dadas todavía las condiciones
para dar este paso?); el prestigioso Psyichological Bulletin, publicación de la misma
APA, algunos años antes ya había publicado también el estudio titulado A Meta-
Analytic Examination of Assumed Properties of Child Sexual Abuse Using College
Samples (1998), llevado adelante por profesores de la Universidad de Michigan, la
Universidad de Temple y la Universidad de Pennsylvania, donde se encontraba que los
abusos sexuales sobre menores son “no causantes de consecuencias negativas de larga
duración” y por tanto concluían que “el sexo consensual entre niños y adultos, y entre
adolescentes y niños, debería ser descrito en términos más positivos, como ‘sexo
adulto-menor’” (nótese el sentido de la batalla cultural al nivel del lenguaje); en
Holanda incluso se ha legalizado un partido político declaradamente pedófilo
(“Caridad, Libertad y Diversidad”)[316], y hay un grupo de sexólogos que piden
legalizar la pornografía infantil, entre los cuales se encuentran Erik Van Beek y Rik van
Lunsen, quienes sugirieron que sea el Estado el que controle, produzca y distribuya
contenido erótico a pederastas, argumentando que “si se produce pornografía infantil
virtual bajo el control estricto del gobierno, con una especie de sello que muestre con
claridad que ningún niño ha sufrido abusos, se podrá ofrecer a los pederastas una forma
de regular sus pulsiones sexuales”[317]; el izquierdista Partido Verde de Alemania