evidentemente incluye decidir matar o no matar al ser que, portador de un ADN diferente del suyo, eventualmente se encuentre en su vientre. Miles de personas firmaron peticiones con aquél título, sin conocer en detalle lo que estaban avalando.
Pero al margen de esta manifestación en concreto, reflexionemos brevemente sobre la llamada“ violencia de género”. Sería interesante preguntarse en primer término: ¿ Por qué la violencia habría de tener género? Plantear la pregunta bajo ningún concepto implica reivindicar la violencia contra la mujer, ejercida por bestias que se dicen hombres; ante el fanatismo de los eslóganes, siempre es bueno dejar algunas cosas claras. Plantear la pregunta tampoco conlleva la intención de relativizar la problemática en cuestión; al contrario, lo que encierra la pregunta es la intención de complejizar la problemática. Y es que sólo admitiendo que la violencia no tiene género, podemos empezar a ver una situación mucho más completa de la que presenta una visión que recorta la realidad social por los bordes del género: el problema es la violencia en cuanto tal.
Por empezar, en Argentina el 83,6 % de los asesinados son hombres y el 16,4 % mujeres.[ 292 ] ¿ Esto evidencia que tenemos que preocuparnos entonces más por los primeros que por las segundas? La pregunta es tan ridícula como el mismo hecho de analizar el problema de la violencia desde una perspectiva de género. Y es que el problema es la violencia, independientemente del género. Porque si no, lo que se instala es una falsa idea tal la que de hecho se ha instalado en nuestras sociedades: que violencia de género es simplemente la agresión del varón hacia la mujer, y que esta agresión está motivada en todos los casos por un odio de género. En efecto, desde las mismas Naciones Unidas se ha definido a la violencia de género como“ aquella que se dirige a individuos o grupos sobre la base de su género”[ 293 ], aunque la aplicación cotidiana que se le da es sencilla y exclusivamente la violencia del hombre hacia la mujer que, sin importar los verdaderos móviles de la misma, se da por descontado el odio al sexo femenino como tal. Una agrupación feminista, por ejemplo, define la violencia de género como“ la violencia endémica en las relaciones íntimas entre los dos sexos, iniciada por el varón sobre la mujer con el objetivo de perpetuar una serie de roles y estereotipos creados con el fin de continuar con la situación de desigualdad entre varones y mujeres”.[ 294 ] Esto es lo que se ha inyectado en el sentido común de nuestras sociedades. Pero dicho planteo es completamente ideológico, pues no sólo carece de respaldo empírico, sino que existen varios estudios que prueban que la mujer también puede iniciar la violencia contra el varón y que de hecho a menudo lo hace.
He aquí un breve recorrido sobre algunos de ellos: en un estudio longitudinal realizado en Estados Unidos por Murray Straus y Richard Gelles con más de 430 mujeres maltratadas, se encontró que el hombre daba el primer golpe en el 42,6 % de