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inferencia a partir de la situación que solamente él conoce en su globalidad, lo que determina un contexto enuncivo anómalo.Así, cuando el otro lo interpela por una razón diferente, Cantinflas responde: “Palabra que yo no fui, joven.” Desde aquí podemos empezar a constatar que eso que ha sido designado como “cantinfleo” responde a procedimientos específicos, y que además se vincula con otros objetivos, como es el humor. Hacia el final del diálogo se presenta una variante: Cantinflas se percata de que no hay un referente compartido, pero aún así continúa implicándolo, proporcionando indicios sobre lo que, desde un punto de vista lógico, debería de ocultar: “P´os eso hago. Si no me fijo p´abajo otro llega y se la plancha.” En esa insistencia de implicar el asunto de la cartera, encontramos otro elemento que propicia de humor: al ir contra la lógica de la circunstancia, se verifica lo que llamaremos un “efecto de ingenuidad”, puesto que esa actitud es impropia de una persona de la edad representada. De esta manera opera una contradicción entre el acto de robar — ya que en sentido estricto es eso— y la ingenuidad que se da a nivel lingüístico. A nivel nocional se articula un par dicotómico constituido por el opósito inocencia/malicia, cuyos términos se expresan a través de distintos códigos, el lingüístico y el accional, y que tienen la función de caracterizar al protagonista. Debemos destacar aquí la importancia del código lingüístico, porque en esta circunstancia funcionalmente se manifiesta como dominante con respecto a