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about ‘the real world’ but that does not mean they suele atribuir a Fausto (quien toma una decisión clara reverberate within it with more integrity and insight.”.6 al firmar el pacto de sangre) tiene que ver con su inconformidad con las cosas de la naturaleza, si bien Cuando hablo de ficción me refiero a dos yo su disensión es sólo relativa y circunstancial. narrativos y sus respectivos discursos: el autor, quien A pesar de una suerte de pretensión de enuncia en un primer momento, y el narrador, quien cuenta la historia. En términos metodológicos es de trascendencia, sólo en este mundo, donde Fausto gran importancia esta diferenciación, dado que alude afirma “Sin cuidado me tiene el allá arriba … De al entendimiento de las posibilidades infinitas de la esta tierra es de donde manan mis goces, y este sol imaginación, de los universos imaginados, y también el que mis dolores alumbra”9 es posible el cambio, en a las experiencias limitadas (objetivas y subjetivas) un sentido que se aproxima a la “blasfemia” literaria de quien escribe y a su realidad concreta. En esta que sugiere Alejo Carpentier: aproximación a Fausto, protagonista de la obra homónima de Goethe, parto de la perspectiva de que el personaje no puede ser identificado con el escritor, so pena de confundir al productor con el texto que produce, en términos de Even El-Zohar. De este modo cualquier afirmación formulada en estos términos: “Fausto es un alter ego de Goethe” o bien “Fausto reproduce las ideas de su autor” carece de rigor y corre el riesgo de confundir dos espacios excluyentes. Todo pacto con el diablo es una reflexión en torno a la capacidad subversiva del ser humano en tanto sujeto, la posibilidad que tiene de crear cierto caos en el orden divino. “La primera creación doma el caos, la segunda creación [que se corresponde con el resurgimiento del mundo tras el diluvio] trae el dominio sobre el mal en el hombre [que se arrastra desde el pecado original, el del afán del conocimiento]. Primero se produce la creación del mundo, y luego la de la sociedad”.7 Formulado de otro modo, de lo que se trata es de conmover un universo regido por un Dios omnipotente; esto conlleva que todo intento de transgresión esté condenado al fracaso. Con la venia de la voluntad divina Mefistófeles (quien reconoce sus límites al afirmar “No soy omnisciente, pero sí sé muchas cosas”),8 en tanto arquetipo de transgresión, es un revolucionario sin sustancia. El valor que se 6 China Miéville, op. cit., p. 226. 7 Rüdiger Safranski, El mal o el drama de la libertad, p. 30. 8 Goethe, Fausto, p. 1200. … el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo.10 La pretendida lucha entre el bien y el mal, entre el Dios que permite la tentación y el demonio que la lleva a cabo, conlleva, en la poética compleja de Goethe la ruptura de la armonía divina en la asunción de las palabras de la serpiente en el Paraíso: “Seréis como dioses”. Es curioso que un poema sea a su vez drama lírico, como sucede con el texto de 1965 del nobel español Camilo José Cela, María Sabina, considerado a un tiempo oratorio por el autor y poema por sus editores; Bernard Sichère habla de dramaturgia de la fe, la cual formula el modo en el que se llevan a cabo ritos como el suplicio, la misa, etcétera, y de manera consecuente, de una dramaturgia del mal: 9 Ídem. 10 Alejo Carpentier, El reino de este mundo, p. 150. 35