adelante, El Jaibo guarda ciertas similitudes con la
figura crística; no obstante, son más reveladoras las
diferencias. Ambos, Cristo y El Jaibo, se rodean de
sus seguidores para proferir sus enseñanzas y sus
promesas de mejor vida en un futuro. El Jaibo, claro
está, utiliza sus conocimientos para transgredir las
leyes; su experiencia adquirida gravita entre la luz
y las tinieblas: es luz orientadora para el grupo y
obscuridad, amenaza, para la sociedad. Reparemos
en el hecho de que la correccional de la que se fugó
no cumple con las funciones para las que fue creada;
al contrario, es un espacio con relaciones violentas
donde se “aprende” a atentar contra el orden social.
En un lugar acordado previame nte, algunos de
ellos se concentran. El Jaibo invita a Pedro y al chico
herido a vengarse del ciego.
En el capítulo “Las gracias”, los tres encuentran a
don Carmelo quien se dirige a su casa. Los victimarios
forman un semicírculo y lo atacan con bolas de lodo
y piedras. El Jaibo, con furia y emoción, destruye el
tambor del ciego. Los otros dos juegan al toro con
el desvalido anciano. La escena cierra con el hombre
en el suelo y una gallina jadeante frente a su cara. La
estructura metálica de un edificio en obra negra y, al
parecer, abandonado complementa el cuadro.
Hasta el momento, hemos abordado dos
estructuras circulares, en cuanto a la posición de la
generalidad de los actantes, pero, como hicimos notar,
su sentido no es análogo. La primera de ellas ayuda a
conformar la figura de la víctima, la segunda, del lídermaestro. De cualquier manera, ambas serán parte de
una sistemática a lo largo del filme.Analicemos, pues,
algunas más.
La tercera escena se desarrolla a las afueras de un
mercado. Ahí aparece un nuevo personaje, El Ojitos,
niño de origen rural a quien su padre abandona en ese
lugar público para nunca volver por él. En la explanada,
un grupo de personas circunda a un hombre ciego, don
Carmelo, futura víctima, que canta y toca múltiples
instrumentos para ganarse la vida. El Jaibo y los demás
llegan con intenciones de robarle dinero al ciego. El
Jaibo da las instrucciones y reparte las tareas a sus
secuaces que lo rodean y escuchan. Pedro pregunta
qué hacer en caso de que los “cuicos” (los policías) los
atrapen. El Jaibo, con seriedad, contesta: “Pues tiras al
suelo lo que haigas afanado. Ningún gendarme te puede
hacer nada si no te coge con el cuerpo del delito en las
manos.” Otro compañero, un tanto incrédulo, pregunta
en son de burla: “¿Apoooco?” El Jaibo, molesto: “¡Yo
conozco las leyes, mano!” El incipiente maestro, que
sabe de leyes, enseña a infringirlas.
El robo resulta fallido, pues don Carmelo siente la
presencia de uno de los ladrones a su espalda, toma
un garrote y lo golpea en la pierna. Todos huyen.
Los olvidados (1950)
Ya pasado este suceso (en el capítulo
“Julián”), El Jaibo decide cobrar venganza sobre
Julián por pensar que su delación lo privó de
la libertad. Invita a Pedro a que lo acompañe
y sea su cómplice. En un espacio en el que, de
nueva cuenta, el edificio en ruinas aparece de
fondo, El Jaibo, a traición, golpea con una piedra
a Julián en la cabeza. El Jaibo consuma el crimen
a palos. Pedro quiere evitar que El Jaibo continúe
golpeando a Julián quien yace en el suelo. Este
momento marcará significativamente a Pedro
por el resto de su fugaz vida.
La madre de Pedro cría gallinas en un
pequeño corral ubicado en el patio de su
casa. Al final del capítulo “Aprendiz”, un gallo
invasor llega a alterar la vida del corral. La
madre ahuyenta al gallo, para ello, se vale de
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