Vale la pena transcribir el fragmento de la voz en off:
Las grandes ciudades modernas —Nueva York, París,
Londres— esconden tras sus magníficos edificios
hogares de miseria que albergan niños malnutridos, sin
higiene, sin escuela: semillero de futuros delincuentes. La
sociedad trata de corregir este mal, pero el éxito de sus
esfuerzos es muy limitado. Sólo en un futuro próximo
podrán ser reivindicados los derechos del niño y del
adolescente, para que sean útiles a la sociedad.
México, la gran ciudad moderna, no es la excepción
a esta regla universal. Por eso, esta película, basada en
hechos de la vida real, no es optimista, y deja la solución
del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad.
De nueva cuenta, hay una insistencia en darle un carácter
realista al filme; así, todo podría indicar que estamos frente
a un documental o un testimonial.
Como podemos advertir, la voz en off maneja un discurso
en el que se oponen la Modernidad y lo no-moderno. Si
revisamos el fragmento, el primer paradigma se distingue por
el desarrollo, la legalidad, la opulencia, la higiene, la salubridad,
la educación, el respeto a los derechos, además, retoma el
mito teleológico, característico de ese paradigma, que contiene
semas como «bienestar» e «igualdad» alcanzables sólo en un
futuro. La contraparte, el sector no-moderno, está modelado
Reforma,Colección Reynardo (1940)
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por nociones de pobreza, delincuencia,
atraso, enfermedad, ignorancia. Esta pugna
de extremos es una constante que, hasta el
momento de emergencia del filme (los años
cincuenta), no puede evitarse: es una “regla
universal”. De esta forma, hay implícito un
determinismo que se opone a la manifiesta
esperanza en el futuro. Por otro lado, los
individuos, al menos los pertenecientes a
ese espacio marginal, son considerados,
aparte de agentes nocivos, como posibles
instrumentos, sirvientes, objetos, para que la
sociedad alcance el desarrollo: “Sólo en un
futuro próximo podrán ser reivindicados los
derechos del niño y del adolescente, para que
sean útiles a la sociedad.” Los derechos de
niños y jóvenes, en consecuencia, no serían
reivindicados ante semejante cosificación.
Notemos, en adición, que se menciona
a una sociedad sin rostro, taumatúrgica,
semidivina, capaz de remediar, sin éxito
hasta el momento, el mal que acarrea el
ambiente no-moderno. Sin embargo, al
final del texto transcrito, se dice que la
película “deja la solución del problema a
las fuerzas progresivas de la sociedad”. El
adjetivo ‘progresivas’3 proviene del sustantivo
‘progreso’, término este último también
salido del discurso de la Modernidad 4
Sabemos que en la búsqueda e implementación
liberales del progreso a ultranza, los derechos
humanos se han visto fuertemente afectados.
3 Llama la atención el uso del adjetivo ‘progresivas’ en lugar de
‘progresistas’. El segundo pertenece más claramente al discurso
de la Modernidad.
4 La Modernidad confía tanto en el progreso que, en ocasiones,
deberíamos preguntarnos ¿a qué tipo de progreso se refiere:
humano y de qué tipo, tecnológico y hasta qué niveles, ambos?