ISBN 0124-0854
N º 199 Junio de 2013
Leandro Díaz y su hijo Ivo, tomado de Manuel Lozano Pineda,“ El vallenato de Leandro Díaz en formato Big Band”, periódico El Universal, Cartagena, 6 de agosto de 2010, en línea: http:// www. eluniversal. com. co / suplementos / viernes / el-vallenato-de-leandro-diaz-enformatobig-band
de su tierra, era dejar el machete en su vaina. Porque lo cierto es que Matilde Lina nunca ha sido plato de segunda mesa, como le hubiera tocado en caso de aceptarle los requiebros a Leandro.
—¿ Y si Leandro no hubiera tenido esas tres mujeres ni usted hubiera estado casada?
— Tampoco, tampoco. Matilde Lina siempre lo ha querido es como amigo, y él lo sabe.
La mujer continúa un rato más hablando en la misma tónica: Matilde Lina para allá y Matilde Lina para acá. Matilde Lina
aquello y Matilde Lina lo otro. Ciertamente
— observa ahora—, los dos nombres suyos fueron escogidos por sus padres, pero nadie le decía el segundo. Cuando Leandro Díaz rescató ese“ Lina” del cuarto de San Alejo, fue como si la hubiera rebautizado. En las calles de El Plan— el caserío de La Guajira en el que nació— algunos la llamaban con los estribillos de la canción.— Adiós,“ hembra muy popular”. Otros le arrojaban al pasar un calificativo malicioso.—¿ Para dónde vas, Tormento de
Leandro?
Claro que de todos los nombres que le trajo el renombre, el más curioso fue el que le puso Luis Alberto Zequeira, su ex marido. Cuando Alfredo Gutiérrez grabó Matilde Lina, ella, que apenas tenía treinta y cinco años, era ya una mujer separada con cuatro hijos menores a su cargo. Zequeira la había abandonado debido a que se enamoró de otra muchacha. Sin embargo, cuando se emborrachaba en las cantinas le entraba la nostalgia por ella y ordenaba que repitieran, una y otra vez, la canción que la nombraba. No la solicitaba con su título original sino con uno inventado por él:“ La viuda”.—¡ Pónganme“ La viuda” de nuevo! Así que entre muchos cantineros de la región el título alternativo circulaba más que