Agenda Cultural UdeA Junio 2013 | Page 5

ISBN 0124-0854
N º 199 Junio de 2013

Cuando Matilde camina

Alberto Salcedo Ramos
La llamaban Matilde, a secas, o simplemente Mati. Pero en 1970, cuando se convirtió en musa de una célebre canción vallenata, todo el mundo empezó a distinguirla como Matilde Lina. Al cabo de cuarenta y un años ella también ha optado por nombrarse de la manera en que la nombró el compositor Leandro Díaz. Es lo que hace ahora mientras pasa las páginas de un viejo álbum familiar: señala cada foto con el dedo índice y se menciona en tercera persona, como si hablara de una Fulana distinta a ella.
— Esta es Matilde Lina cuando trabajaba en Telecom— dice—, y muestra a una cuarentona rolliza que habla por teléfono.
Luego frunce el ceño, entrecierra los ojos. Se nota que mira con dificultad debido a la falta de sus lentes. En la página del álbum que tiene abierta en este instante aparece una
quinceañera delgada y sonriente, sentada en el pasto al lado de un hombre que la mira embelesado.
— Esa es Matilde Lina con un enamorado que tenía allá en El Plan. Entonces cierra el álbum y señala la foto grande que está colgada en la pared de la sala. En ella aparece la misma mujer, esta vez de perfil, luciendo una cabellera encrespada que le llega hasta la cintura.
— Así era Matilde Lina cuando Leandro la conoció.
En aquel tiempo acababa de cumplir veintinueve años, agrega. Después advierte que aunque Leandro la pretendió desde el primer momento, el amor de los dos estaba predestinado a ser imposible. En parte porque ella era una mujer casada. En parte porque Leandro, el muy descarado, tenía entonces dos mujeres de planta y una provisional. ¡ Y eso que es ciego de nacimiento!, exclama, mordisqueándose el labio inferior. ¿ Qué tal que hubiera visto? Así que lo mejor, como aconsejaban los ancianos