ISBN 0124-0854
N º 199 Junio de 2013
En la familia todos mencionaban que él era la única persona a la que le hacías caso , incluso cuando tú fuiste Alberto Aguirre , el hombre que figuraba públicamente . Ese fotógrafo , crítico de cine , abogado incesante y periodista agudo , se motilaba cuando su hermano se lo pedía . Quizás esa fue una característica que nunca cambiaste mientras las otras , el cariño , lo sociable , mutaban hacia un silencio solitario . Esa soledad fue lo que trajiste del exilio en Madrid .
En España aprendiste a estar solo . Aunque Darío Arizmendi siempre te visitara y aunque Daniel Samper te invitara a ver los partidos de fútbol de la selección Colombia . Estabas lejos de tu país . “ Cada vez más extraño , no sólo a los otros , sino a uno mismo ”, como dijiste en los aforismos .
Y así llegaste a Medellín . Extraño . Con un desapego de la vida que simulaba el desafecto . “ Me voy como despegando . Pero aún queda ( hacia afuera ) la epidermis de los sentimientos . Y la gente cree la máscara ”, escribiste en Madrid meses antes de volver . Llegaste a vivir solo . A vivir solo de nuevo . Visitabas periódicamente a Gloria López , tu esposa , y a tus tres hijas , ya todas casadas . En las mañanas , salías a tomar un café con leche y una almojábana . Leías la prensa y regresabas a tu
casa a leer . Y a escribir , hasta cuando la enfermedad te dejó .
En la mañana , nadie llamaba porque todos sabían que estabas por fuera . En la tarde , seguía sin sonar el teléfono porque lo descolgabas para que nadie te interrumpiera .
Amaste la soledad . La conociste . Te amoldaste a ella .
Mucho antes del exilio , cuando eras un adulto con tres hijas que apenas eran bebés , viajabas