ISBN 0124-0854
N º 196 Marzo de 2013
Para ser escéptico, sin tener un cerebro escéptico, es importante haberse criado en una
Agamenón o su porquero; y no acepta la
veracidad de un hecho simplemente porque“ así
En el observatorio astronómico de Monte Palomar se ha hecho astronomía con consecuencias, se ha hecho ciencia que permite hacer predicciones astronómicas
Domo del Observatorio Palomar, San Diego, California, tomada de wikisource, de uso libre
familia escéptica. Los sicólogos saben que la infancia es una época en la cual somos como de plastilina; las creencias, el idioma, la forma de vivir, el afecto y muchas otras cosas como el partido político se fijan de manera casi que indeleble, según las enseñanzas recibidas. Además, quedamos ciegos para ver ventajas claras en otros mundos diferentes del nuestro. Definamos qué es ser un escéptico. En palabras sencillas, escéptico es ese que no come cuento, que no cree que la información que recibe sea verdadera solo porque esté escrita en un libro o la diga alguien importante. Se repite una y otra vez la frase: la verdad es la verdad, la diga
está escrito”. En el mundo contemporáneo, en el que todo comienza a estar en internet, en el que nos movemos de un blog o de un artículo a otro sin conocer las credenciales de sus autores, sí que es verdad que la información falsa se mezcla con la verdadera. También hay creencias que están en el mundo de lo probable, de las cuales no hay seguridad completa. El escéptico no cree en las palabras de su amigo porque sea su amigo; recibe la información pero con filtro, el de la duda. El escéptico es un enamorado de la búsqueda de la verdad, y para encontrarla pone en ejercicio ciertas reglas y comandos mentales. El primero