Agenda Cultural UdeA - Año 2013 MARZO | Page 19

ISBN 0124-0854
N º 196 Marzo de 2013

Por qué es bueno ser escépticos

Ana Cristina Vélez Caicedo
Cada hombre es una criatura de la época en que vive; unos pocos son capaces de elevarse por encima de las ideas de su tiempo
Voltaire

L

os escépticos hemos ido creciendo en número. Incluso muchos católicos son escépticos que no pueden cambiar el troquelado que sufrieron en la infancia, pero viven sus vidas practicando el escepticismo. Sin duda, creer para obedecer ha sido un aspecto fundamental en la formación de las sociedades organizadas. Cuando se piensa en la construcción de las pirámides de Giza resulta evidente que los seres humanos deben creer ciegamente en el poder de un jefe para ser capaces de obedecerle, hasta el punto de actuar como hormigas y con el sudor de sus frentes montar piedra sobre piedra hasta formar la gran termita o pirámide. Ser escépticos ¿ será una condición genética? No se sabe, pero se sospecha que la química cerebral influye. En su libro The Believing Brain, Michael Shermer( Nueva York, Times Books, 2011) explica el cerebro como una máquina de creencias que recoge información por medio de los sentidos; información flotante
en la realidad, en el mundo externo, y lo hace en forma de patrones a los que luego les da significado. Cuenta cómo los creyentes tienden a encontrar más sentidos en patrones o en configuraciones que son solo ruido, mientras que los escépticos no lo hacen. La sicóloga experimental Susan Blackmore descubrió que la gente que cree en la percepción extrasensorial tiende a ver en conjuntos de datos sin sentido, evidencia de lo paranormal. La cantidad de dopamina en el cerebro también influye en su funcionamiento: mientras más dopamina, mayor capacidad de creer en cualquier cosa; así lo descubrieron Peter Brugger y su colega Christine Mohr. Cuando trataban de conocer la neuroquímica de la superstición y del pensamiento mágico notaron que las personas con altos niveles de dopamina eran más propensas a encontrar significado en las coincidencias y a ver patrones con sentido donde, adrede, había desorden de imágenes o letras.