ISBN 0124-0854
N º 197 Abril de 2013
hablar de una influencia en algunas de las voces posteriores a su tiempo, así como en algunas de las voces contemporáneas. Si la obra no resurge en las nuevas poéticas ni los lectores la reclaman como propia y actual, el tiempo la hace pasto del olvido.
De Manuel Mejía Vallejo, más reciente entre nosotros, su huella parece fresca y su voz cercana. Voz de conversador y de hombre, también, de la tierra. Su prosa áspera y telúrica, de pronto, encontró( porque era suya) la poesía. Y en ella, sin duda, se hace perdurable. Su narrativa está llena de gente y de paisaje local, pero trasciende en el lenguaje, en la fina trama de los detalles. En el canto. Premios y reconocimientos, aquí y allá, hablan de lectores agradecidos y verdaderos. Algunas de sus obras, sin duda, esperan más lectores. Y el conjunto de ella, al igual, balances equilibrados lejos de la paja de la retórica.
Para los dos escritores, que ante todo realizaron una obra guiada por la sinceridad y la voluntad a toda prueba, retomo parte de un texto de Juan de Dios Uribe referido a Epifanio Mejía que el lector encontrará, completo, más adelante. Una lección(¡ en el siglo XIX!) de sensatez que a menudo se olvida. O nunca se aprendió:“ Estemos, pues, satisfechos de nuestra admiración por Epifanio Mejía […]. Es un poeta sincero y honrado que está en el secreto de la tierra, que ha trabajado con el sudor de su frente […]. No queremos ni necesitamos encumbrar nuestro poeta sobre picos inaccesibles, ni decir de él lo que no se conforme con la verdad porque mañana caerá de esa altura y estaríamos nosotros desautorizados por nuestras propias exageraciones”.
Luis Germán Sierra J.