Agenda Cultural UdeA - Año 2013 ABRIL | Page 22

ISBN 0124-0854
N º 197 Abril de 2013 coléricos dan la tragedia, si todos elaboran lo que les es propio, Colombia, en la América tórrida, tiene, para dar de sí, la juventud, el paisaje, el encanto indiano, la vida independiente, es decir, un escenario nuevo de hombres y de cosas. Mas la poesía conserva la esclavitud en sus carnes, la estremece la selva virgen, tiembla en la vida libre, y renuncia al albedrío que la hizo señora de su suerte. Desposeída de sus atributos, se rinde y nada vale, porque el gran incentivo del arte es la novedad, como que provocar sensaciones nuevas, o fuertes asociaciones de ideas, constituye el triunfo intelectual. El talento tiene de la sorpresa. Bastaría para la reivindicación americana del arte, mirar en torno nuestro y reproducir el paisaje“ al través de un temperamento”, como quiere Zolá; repasar nuestras sensaciones, y dar la conciencia colombiana; mirar hacia atrás y repoblar el mundo muerto de los recuerdos indígenas; seguir en el polvo las huellas de los padres de la patria, y cantar con bordones de acero el futuro que se entrevé para los pueblos libres. No se rechazaría el progreso cosmopolita, sino que nos serviríamos de sus herramientas para nuestra obra, como el progreso se servirá de la obra nuestra para sus nuevas conquistas. ¡ Hermosa perspectiva que trunca en hora pérfida la tradición española! Hablo a un auditorio patriota.
De aquí no se fueron todos los peninsulares, con las últimas cargas de Ayacucho: quedaron algunos devotos del pasado colonial y, cuando fue tiempo, levantaron en la literatura el pabellón arriado en los combates, como un medio de contener la expansión de nuestra democracia. Con la Academia, primero, y después con el sofisma de la Madre Patria, introdujeron el contrabando de antigüedades y emprendieron el renacimiento arcaico. Se dejó sorprender el patriotismo por la gramática, y retrocedimos nosotros, sin que adelantara España, para darnos un abrazo con la monarquía delante de las naciones. El gran sollozo de Cuba, que rueda por las olas del Mar Caribe a todos los hemisferios, como queja de sirena y rugido de leona, no fue suficiente para detenernos. Y, ya veis qué lejos hemos ido en estas y otras promiscuaciones culpables, cuando un hombre engreído en el mando no se contenta con que tengamos a Cervantes de Saavedra en nuestros escaparates, sino que quiere darles un dueño a nuestras democracias. Nos trajeron el habla de Castilla los españoles; yo no quiero recordar cuánto nos costó este vocabulario, desde que los conquistadores arrancaron a los indios la palabra con la vida, hasta que los pacificadores clavaron en una escarpia la lengua de Camilo Torres; pero ya que tenemos un idioma, bueno o malo, aprovechémoslo en nuestros propios asuntos.