ISBN 0124-0854
N º 191 Septiembre de 2012
La Semana Santa en mi pueblo
Ignacio Manuel Altamirano
dulces y tiernos recuerdos el espacio azul de los primeros días. Cuando la luz meridiana de la ciencia y de la realidad hacen desvanecer en el espíritu los bellos fantasmas de la juventud soñadora, aquellos recuerdos persisten sin embargo, aquellas impresiones se fijan en la imaginación como en una negativa imborrable, y es: que la hada de la niñez no se ahuyenta, como la maga de las ilusiones juveniles, sino que permanece despierta, graciosa y risueña en el dintel que el cariño levanta en el santuario de la memoria.
Tumba de Ignacio Manuel Altamirano en la Rotonda de las personas ilustres, Panteón Civil Ciudad de México
I La Religión es la hada buena de la infancia, ese
crepúsculo matinal de la vida. Ella encanta el
cerebro y el corazón de los niños y puebla de
Fenómeno del cerebro, o misterio de la idealidad, el hecho es que las impresiones de la niñez resisten al tiempo, a los dolores y a las convulsiones de la vida. En el espíritu del anciano se sumergen en la sombra los recuerdos de la juventud, y aun los sucesos de la edad viril, pero se alzan siempre claros y límpidos los recuerdos de la infancia, alumbrados por la luz de una aurora rosada y dulce, la aurora de los primeros años. Expliquen, el fisiólogo o el espiritualista, el quid ignotum que produce éste, como otros muchos hechos de nuestra misteriosa existencia intelectual. Yo hago constar lo que es cierto para todos, y basta de prefacio para mi humilde