Agenda Cultural UdeA - Año 2012 MARZO | Page 9

ISBN 0124-0854
N º 185 Marzo de 2012
amilanaba; al contrario, Pushkin había renovado su arte de escritor: se inventó una manera de contar la historia y volverla una noticia conmovedora, con la gracia del amor y del infortunio en la espléndida novela corta La hija del capitán.
Aquella mañana, la primera reacción de Pushkin al leer la comunicación fue desquitarse con un duelo.“¡ Que sea lo más sangriento!”, exigiría unos días después. Atravesaba uno de esos malos días de melancolía y tedio concentrado. Además del fastidio que le producían las negativas del ministro que debía autorizar su plan de viajar al extranjero, le clavaba los dientes en la mente la deuda que no lograba saldar a pesar del éxito de su revista de literatura y asuntos sociales El Contemporáneo, creada por el poeta para competir en el creciente mercado de noticias y periodismo urbano de San Petersburgo; estaba en manos de los prestamistas, a quienes debía una suma inmensa, 450.000 rublos. Sin embargo, esto no lo
Con la carta en las manos, Alexander Pushkin comenzó a dar vueltas en la biblioteca; su rostro de perfil africano y la mirada intensa de un tigre con ojos azules recordaban la expresión que, en la corte del Zar, temían sus amigos y aprovechaban sus enemigos para enfatizar su mal carácter. Por la memoria de Pushkin pasaron las imágenes de los gestos galantes del oficial francés d’ Anthès, ahora miembro del cuerpo de oficiales del Zar; sus coqueteos con Natalia Goncharova, su esposa, adquirían ahora otro sentido. Las catleyas que Dantes le obsequiaba durante las escasas veces que ella asistía a los bailes de la corte, las invitaciones al teatro en las habituales temporadas de ballet que promovía el Zar, todo esto no pasaba entonces de ser un gesto social exquisito y habitual en el mundillo de gestos mundanos durante las elegantes temporadas que en el invierno de San Petersburgo presidia Nicolás I. Pero la carta anónima traía un mensaje: d’ Anthès era el amante de Natalia.
La esposa de Pushkin era una maravillosa mujer eslava de ojos negros. Podía decirse que Pushkin