ISBN 0124-0854
N º 185 Marzo de 2012 horca por el propio Zar. El embajador Heckern perdería su reputación acumulada durante toda su vida porque se haría efectiva la expulsión de San Petersburgo como diplomático de Holanda. Como los duelos habían sido prohibidos, su ejecución representaba una violación que se sancionaba con toda el peso de la ley.
Unas raras catleyas comerciadas en San Petersburgo por un contrabandista que las transportaba desde las selvas de Colombia en navíos filibusteros, fue la gota que rebosó la copa. En el baile de enero del palacio del Zar en San Petersburgo, y en presencia de Pushkin, que se encontraba en uno de los salones conversando con quien antes había sido su padrino para el duelo frustrado, d’ Anthès se acercó a Natalia Goncharova y le extendió el bouquet de inverosímiles flores lilas. Natalia hizo con las manos un movimiento de rechazo. Pushkin observaba la escena de la que todos estaban pendientes. Como una tromba, el poeta se aproximó a Natalia, no sin antes gesticular con violencia en la cara de d’ Anthès. Tanto Natalia como Pushkin abandonaron el salón de espejos del palacio.
Los hechos se sucedieron vertiginosamente, y en secreto el padrino de duelo para Alexander Pushkin fue nombrado apresuradamente en la mañana del 27 de enero de 1837. El ingeniero y coronel Danzas acordó las reglas del duelo con
su contraparte, el barón de Archiac, padrino de d’ Anthès. En el código secreto de los aristócratas, en idioma francés, fueron relacionadas las reglas del duelo: cada uno de los adversarios dispararía de una pistola con una bala; una barrera improvisada con los abrigos de los rivales se pondría a una distancia equidistante entre los veinte pasos que separaban a Pushkin de d’ Anthès. Los dos, a una señal convenida por los padrinos, caminarían quince pasos. Al acercarse a cinco pasos de la barrera, cada uno dispararía sin esperar turno. Pushkin había exigido que las reglas del duelo lo hicieran sangriento. Prácticamente apuntarían y dispararían simultáneamente. Una de las cartas, que se conservan con el relato de lo que ocurrió aquella tarde en las afueras de San Petersburgo, narra con precisión cada uno de los momentos del duelo:
Hacia las cuatro y media de la tarde habíamos llegado al sitio del duelo. El viento tan fuerte que había nos obligó a refugiarnos en un bosque de pinos. Como la nieve era tanta, lo cual impedía a los rivales cumplir con las reglas, nos vimos obligados a abrir un sendero de veinte pasos, en cuyos extremos los adversarios ocuparon su lugar. D’ Anthès y Pushkin recibieron sus pistolas y Danzas, el padrino de Pushkin, dio la señal levantando un sombrero. Los duelistas caminaron quince pasos mirándose a los ojos y con el pecho como blanco. Se