ISBN 0124-0854
N º 185 Marzo de 2012
El 26 de enero de 1837 había sido un día rutinario para el anciano aristócrata Heckern, holandés errante por todas las capitales europeas y quien concluía su carrera como augusto embajador ante el Zar de todas las Rusias. Llamaron a la puerta de su palacio situado sobre uno de los elegantes canales que atraviesan como espejos las avenidas de San Petersburgo y el criado le entregó una carta. Era un sobre lacrado y la firma del remitente, reconocible. Había sido escrita en el idioma internacional de aquel tiempo: desde Bolívar hasta Pushkin y el zar Nicolás I, todas las figuras ilustres de Europa y América del Sur escribían y hablaban la lengua francesa. El anciano debió tomar asiento para tranquilizarse. Curtido en mil enredos, con una intuición del momento para las azarosas artimañas que eran el abecedario escurridizo de los salones aristocráticos, el barón Heckern leyó, conteniendo las emociones y guardando distancia para calcular con precisión los efectos que pudiera acarrearle la carta inesperada:
Monsieur Baron Permítame hacerle el resumen de lo que ha pasado. Hace tiempo que estaba enterado de la conducta de su hijo, y no podía permanecer indiferente. Me pareció adecuado adoptar el papel de observador, listo a intervenir cuando lo estimara conveniente. Un incidente que en otra
Iliá Repin, Duelo de Yevgueni Oneguin y Vladimir Lenski, 1899, acuarela, tinta china y pigmento de plomo blanco sobre papel, 29.3 × 39.3 cm, Museo Pushkin.
circunstancia me hubiera irritado me dio el chance de tomar cartas en el asunto: recibí tres cartas anónimas. Sentí que el momento había llegado y lo aproveché. Usted conoce lo demás: obligó a Monsieur su hijo a jugar un papel tan despreciable, que mi mujer, sorprendida por una actitud tan vil e infame, no hizo otra cosa sino burlarse, y la disposición que hubiera podido tener hacia una poderosa pasión se volvió un helado desprecio y la más merecida repugnancia.
Debo confesar Monsieur Barón que el papel desempeñado por usted ha sido indigno. Usted, el representante de un rey, usted ha sido el alcahuete de Monsieur, su hijo. Parece que toda la conducta de él( superficial por lo demás) ha sido dirigida por usted. Probablemente ha sido