ISSN 0124-0854
N º 194 Diciembre de 2012 hablar con él. Pero, dígame, ¿ qué debo hacer cuando me presente? ¿ Debo darle la mano o qué?
— Bueno, haga lo que quiera— dijo el anfitrión.
— Quizá sea lo mejor. Por nada del mundo quisiera que pensara que tengo prejuicios. Creo que lo mejor será que le dé la mano, como haría con cualquier otra persona. Eso es lo que haré.
Se dirigieron hacia el negro alto y joven que estaba junto a la biblioteca. El anfitrión los presentó; el negro se inclinó.—-¿ Cómo está usted?— dijo.
La mujer de las amapolas de terciopelo rosa le tendió la mano extendiendo el brazo de modo ostensible, hasta que el negro la cogió, la estrechó y la soltó.
Pablo López, Arreglo en blanco y negro-Dorothy Parker N.° 2, 2012, grafito y acuarela, 25 x 17,5 cm
Hablaba vocalizando, moviendo los labios cuidadosamente, como si se dirigiera a un sordo.
— Muy amable— contestó él.
—¡ Oh!, ¿ cómo está usted, señor Williams?— dijo ella—. ¿ Qué tal? Ahora mismo estaba comentando lo mucho que me gusta cómo canta usted. He asistido a sus conciertos y tenemos discos suyos. ¡ Me gustan muchísimo!
— Esa canción que usted canta, ― Water Boy ‖, me encanta. La verdad, no puedo quitármela de la cabeza. Tengo a mi marido medio loco, me paso el día tarareándola. El pobre está negro... Bueno, dígame, ¿ de dónde saca esas canciones?
— Bueno— dijo él—, hay tantas...