ISSN 0124-0854
N º 194 Diciembre de 2012
Viviana Serna, de la serie“ Quisiera que mi casa nadara en rosas”, 2012, tinta, acuarela, acrílico y transfer sobre MDF, 30 x 30 cm
— Me figuro— dijo, sonriendo sin alegría— que a usted le gustaría tener una mujer que le hiciera puré de patatas tres veces al día. Pero yo no hago puré de patatas y jamás lo he hecho. Prefiero— añadió, alzando la voz—, prefiero que sea él quien me haga puré de patatas en la cocina grande de un restaurante.
Señaló con la cabeza hacia el dueño, que se habla quedado delante de la puerta de la cocina para poder observar a la señora Perry. Esta vez sonrió y guiñó un ojo.
La señora Perry rebuscó entre las cosas de su bolso para coger un pañuelo y, al tocar el collar de su hermana, lo sacó y lo dejó en el plato.
— Yo no hago puré de patatas— repitió, y sin previo aviso salió del reservado y
avanzó torpemente por el pasillo. Desapareció por una escalera de color marrón oscuro que había al fondo del restaurante. El señor Drake y el dueño supusieron que iba al servicio de señoras.
En realidad, la señora Perry no buscaba concretamente el servicio, sino cualquier lugar donde pudiera estar sola. Recorrió el pasillo de arriba y abrió de golpe una puerta a su izquierda, entró y la cerró. Durante un momento permaneció en una oscuridad total, y luego, al sentir que una cadena le rozaba la frente, tiró de ella con brusquedad y la habitación se iluminó con la luz de una bombilla que colgaba del techo y que casi arrancó junto con el cable.
Se encontraba a los pies de una cama de matrimonio con un alto dosel victoriano. Echó