Agenda Cultural UdeA - Año 2012 AGOSTO | Page 16

ISBN 0124-0854
N º 190 Agosto de 2012 encarcelaron, nos encarcelaron a todos en mi familia.
Trataron de callarlo incontables veces, pero él hablaba de nuevo; trataron de robarle el honor, trataron de robarle la libertad, trataron de robarle la vida muchas veces. Pero cuando un hombre es claro, está convencido y sus ideas y su vida existen en concordancia con la vida misma, no hay ladrones, ni mordazas, ni barrotes, ni balas que puedan someterlo. Silenciaron su boca, pero no la voz de sus ideas. Esa no puede acallarse ni con el ruido de mil cañones. Abogó siempre por los más desvalidos, luchó incansablemente. En la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, seguramente habría incluido como fundamental el derecho a soñar. Él fue un soñador, un altruista, un hacedor.
Desprendido, liberado de los bienes terrenales, pocas veces vestía de corbata, pero sí con su camisa impecable, con sus manos impecables y, sobre todo, con su alma impecable; ni traslúcida ni acuosa: densa de ideales, de faenas, de momentos por compartir, de enseñanzas por entregar, de ganas por entender, por aprender, colmado de esperanzas, una lumbrera de hechos e ideas.
A pesar de las vicisitudes de la vida, mi padre fue una persona alegre: tenía un humor negro que sacaba a relucir en los momentos más inesperados. Se reía con una carcajada sonora y grave, hasta en las circunstancias más hostiles. Y cuando reía o decía algo, lo hacía con una espontaneidad que, luego de sorprender a los oyentes, inevitablemente los contagiaba con su risa.
Bailarín, dicharachero, familiar, recto, disciplinado, de temperamento templado. Paradójicamente ingenuo, creía ciegamente en todo lo que le decían. Amoroso, amable, cordial, respetuoso.
Por alguna razón que adjudico a su espíritu noble y sensible, pues no practicó ninguna, creía también en las artes. Y creía que en algún momento la sociedad podría funcionar de la manera como lo hace el arte. En mí depositó algunas de esas valiosas semillas y hoy también creo en que“ en algún momento, la humanidad puede llegar a disfrutar de sus cinco sentidos”.
Han pasado veinticinco años desde su muerte y es difícil traer los recuerdos, como si fueran escasos. Se me evaporan entre las manos, como cuando se le escapa a uno el sueño que ha