ISBN 0124-0854
N º 186 Abril de 2012 debía llorar por sus malos efectos esta precoz inclinación...
Aprendí a leer en las obras de Iriarte e Isla y desde entonces comenzaron a deleitarme los versos, oyendo con sumo placer repetir esta clase de composiciones. A los ocho años sabía leer y escribir, edad desde la cual intenté hacer versos, empleando algún tiempo todos los días en leer las obras de poesía que encontraba a la mano; en 1843 ya hice composiciones que tuviesen alguna forma( conservo algunas de ese año), y todas ellas, hasta 1845, fueron de un gusto enteramente frío y clásico tomado de Lope de Vega y Jáuregui. Lo que sí arreglé desde que aprendí a leer fue el oído prosódico y tal vez nunca me quedó un verso largo o corto con demasía y sin disculpa. En 1845, aplicado a la lectura de Zorrilla, Hartzenbusch, Maitín y otros, hice ya versos que fuesen tolerables, iba tomando un gusto más sentimental, como lo muestran, entre otros, tres que conservo:“ Tempestad” en quintillas de octómetros, y dos romances:“ El coronel Montoya” y“ D. Pablo Morillo”, que agradaron a quienes los leí.
En 1847, estudiando yo primer año de filosofía en el Colegio del Rosario, se estableció entre los estudiantes una polémica de periódicos: yo y un amigo mío redactamos uno, El Tomista, en donde conservo bastantes composiciones mías. Una de ellas,“ El tulipán”, fácil en verdad, y otra en
“ Pastorcita”, ilustración de Antonio Caballero.
catorzómetros […],“ Tempestad”, fueron destinadas a La Guirnalda, publicación de aficionados; en 1848, desistida esta empresa, quedaron ambas composiciones destinadas por el Sr. José Joaquín Ortiz al Parnaso Granadino, cuyo segundo tomo no apareció; era una bonita idea, no consistía en novenas, debía pues fracasar aquí.
Un cuaderno que a duras penas conservo contiene toda mi poesía de 1848 y 1849; rara cosa buena hay allí, sobran imitaciones y simplezas, pero todo lleva ya un sello enteramente libre; deleitado con su estilo, tomé por modelo sucesivamente a