ISBN 0124-0854
N º 182 noviembre de 2011
Maestro Alejo Durán acompañado por un joven guacharaquero , foto tomada de : Mestra Arminio y Albio Martínez , Alejo Durán . Su vida y su música , Bogotá , Domus Libri , 1999 .
viento sólo iban al pueblo de año en año ; las gaitas , en cambio , eran más cotidianas , recuerda Lisandro . En efecto , mientras el sonido monótono de las gaitas compartía con el sol de los venados el paisaje vespertino de las curvas de El Piñal , las bandas de viento eran siempre una novedad , ellas llegaban al pueblo a animar las fiestas populares y su música no requería ningún permiso para bailotear seductoramente por los patios comunes de aquellas vidas compartidas .
El acordeón también se escuchaba desde los años más cercanos del siglo en que los instrumentos de viento comenzaron a colonizar las costas del mar Caribe . Desde
entonces , viajó con los comerciantes tierra adentro y se asentó en las orillas de los ríos y en las laderas de los montes y , celoso de los pitos ancestrales , conquistó sus músicas hasta dominarlas . Así , en Ovejas , Genaro Villamil y Joaquín Pizarro Mutis lo hacían sonar con especial cadencia ; en San Jacinto , Alejandro Alandete y José Manuel García ( el “ Compa ´ e Joso ”) les competían a las gaitas inmemoriales y , ya en el siglo del canto , Eugenio Gil Avilés (“ el pollito sabanero ”) recorría con sus músicas , mitad nativas mitad foráneas , los más recientes y los más remotos caminos que entraban y salían de San Juan de Betulia . 4