Agenda Cultural UdeA - Año 2011 JUNIO | Page 16

III
ISBN 0124-0854
N º 177 Junio de 2011

III

La mañana del lunes 17 de enero de 2000, Antonio Uribe salió de su casa rumbo al parque. Un grupo de hombres armados le ordenó continuar hacia su destino y, aunque acató la orden, más adelante se desvió del camino y, por entre cafetales, regresó a su casa. Allí le contó a Raquel, la esposa, que Marino, el menor de sus hijos, estaba amarrado en el parque.
Guiñando el ojo tras la ventana, Olga Echavarría vio a varios hombres armados que golpeaban su puerta. Cuando les abrió, entraron a tropezones, registraron cada rincón y sacaron a empujones al forastero que le había rogado posada a la mujer la noche antes.
—¿ Éste por qué está aquí?,— preguntaron mientras el hombre, aún en pantaloncillos, tiritaba de pánico.
— Me pidió posada— explicó Olga—. Me dijo que se la fiara, pero como a mí no me gusta fiar, le di comida y dejé que se acostara.
Según Olga, el hombre explicó que iba a cobrarles un dinero a unos amigos de la vereda El Llano, y los paramilitares, tras una retahíla de improperios, lo acusaron de ser un ladrón de bicicletas oriundo de Sopetrán, en el occidente antioqueño.
De casa en casa, los militares convocaron a los habitantes del poblado a que se reunieran en el parque. Allí pasaron las primeras horas
Bus escalera, Yarumal, Antoquia. Fuente: Leonardo Montenegro, http:// www. flickr. com / people / culturabus /
de la mañana, padecieron el sol inclemente del mediodía y vieron los últimos resplandores del día. Sentada en la acera de su casa, Nelly Barrientos vio saquear la tienda que ella y Everardo Torres, su esposo, surtieron con años de trabajo. En diciembre de 1976, habían salido de la iglesia de Ochalí con el decreto sagrado de que „ lo que había unido Dios, no lo separaría el hombre ‟, y fue en la finca Serafines donde nacieron Diego y Álvaro, sus hijos.
La tienda, que empezó como un almacencito de ropa, gracias a la amabilidad de Everardo, se convirtió en la despensa de abarrotes más frecuentada de Ochalí.“ Los hermanos Everardo y Juvenal Torres abastecían el pueblo, fiaban mercados y le quitaban el hambre a muchos pobres. Quedamos como huérfanos”, dicen las declaraciones que