N º 175 Abril de 2011 independencia debieron devolvérseles. Pero la educación universitaria no les habla de esto. El conjunto de saberes por el cual se les mide el nivel mínimo para ingresar a la universidad, es decir, para participar en la sociedad colombiana, se refiere claramente al mundo inventado por los continuadores de los invasores, un mundo ajeno, falseado, incompatible con la forma de vida que han empleado en sus comunidades de origen desde tiempos inmemorables.
Si pensáramos la situación al revés, podríamos ver la dimensión pedagógica del problema. Un día de éstos nos enteramos de que el examen de admisión a la universidad se realizará en idioma minika y que en lugar de ochenta preguntas de respuesta múltiple sobre temas europeos( Ilíada, Biblia, Álgebra, Física, la Revolución Francesa, etc.), se nos pide que cantemos cien ruakiai, y que, por supuesto, previamente los aprendamos de memoria mientras pilamos el mambe o arrancamos la yuca. Todo esto sin la ayuda de la escritura, apenas de la danza, del bastón, de la maraca, de la sonajera, del jíibie y del jera. Claro, nos permitirían ingresar a la universidad minika con cuarenta de
cien puntos, lo que ya sería un gesto bondadoso y humanitario de las autoridades de la anáneko, la nueva universidad. De contar con un“ espíritu protector” entre los jaguares o las boas, lograríamos el ingreso, pero desde el comienzo nos daríamos cuenta de que en esa universidad no tendríamos la oportunidad de pensar en nuestra propia cultura, sino en una cultura impuesta, artificial.
Aún estamos muy lejos como universidad democrática de aceptar que existe un pensamiento aborigen y que él, al igual que el europeo, representa una plataforma para el conocimiento del mundo y la organización de la vida. Muy lejos, pero mucho más cerca que hace cincuenta años, cuando, como lo denunció Manuel Quintín Lame, todavía se practicaba la cacería de indios en los Llanos Orientales. Estamos muy lejos, sí, pues los grupos armados siguen hoy en día evangelizando ideológicamente y asesinando a los indígenas para arrebatarles sus tierras y cederlas de paso a las multinacionales, al narcotráfico. Y sin embargo, parece que estamos un poco más cerca de entender el problema, pues desde el 25 de enero de 2010 contamos con