Agenda Cultural UdeA - Año 2011 ABRIL | Page 6

N º 175 Abril de 2011 válido y valioso, que no está escrito, y que debe ser aprendido por todos los colombianos en el canto, en la danza, en los tejidos, en la pintura corporal, en el mambeadero. Conocimientos que no han pasado por la prueba científica, que no han sido citados por los centros de investigación y las revistas indexadas, que no hacen parte del cúmulo de información habitual que manejan los instituciones educativas, no pueden ser considerados como parte de las“ disciplinas científicas”. Tampoco pueden ser incorporados al saber básico de los debates teóricos internacionales. Las palabras payé, mamu, uzuma, jaibaná están muy lejos de ser identificadas, homologadas, a las de Ph. D. o de Prof. Dr. o de médico o científico o intelectual. Muy lejos, a pesar de que muchos doctores deben sus títulos a los saberes que recibieron de los indígenas.
En nuestro imaginario académico los títulos universitarios determinan el grado de conocimiento y de legitimidad de un experto. Por tanto, una abuela que haya dedicado su vida al estudio de las plantas, de los animales, de las enfermedades y de las artes, pero que no haya visitado una universidad, lamentablemente
― para emplear un gesto diplomático ― no puede ser considerada ni magíster ni doctora en ninguna disciplina científica y por tanto no puede ser vinculada a ninguna universidad. Los sociólogos de la cultura tampoco incluirían su saber en la Intelligentzia, es decir, en el grupo de escritores, pensadores, artistas, con una sensibilidad particular para la comprensión de los problemas de la sociedad; aunque tal función, evidentemente, fuese ratificada por los integrantes de su cultura, quienes ven en la abuela a un ser capaz de estructurar, de organizar, de preservar valores y conocimientos. Aunque ella, en una palabra, posea la capacidad para sanar física y espiritualmente.
La dificultad burocrática frente a lo que podría ser la actualidad del pensamiento aborigen es mayúscula. Si quisiéramos traer a esos pensadores de la selva y convertirlos en profesores de las universidades, no lo podríamos hacer. Los ministerios de Educación y de Cultura al escuchar la expresión“ universidad indígena” llegarían tal vez a proponer que se ampliara la cobertura universitaria con el fin de que más indígenas pudieran estudiar en las universidades públicas, ya que en sus