Agenda Cultural UdeA - Año 2011 ABRIL | Page 11

N º 175 Abril de 2011
( artículo 8). La universidad pública no podrá esquivar esta responsabilidad histórica y este reto por la democracia efectiva en un país que ha aplazado más de doscientos años el retorno a los saberes autóctonos y la dignificación de las culturas ancestrales. Esperamos que las lenguas nativas se conviertan en un“ patrimonio cultural” vivo de la universidad pública y no apenas en un fetiche o en exotismo de moda, como sucede actualmente con el yagé. Así los profesores y los estudiantes ganarían, sin proponérselo, un derecho inadvertido, el derecho a usar las lenguas nativas, al mismo nivel del español, del inglés, tanto en la vida cotidiana como en la vida académica. En especial, cuando el mundo reconoce las terribles limitaciones del pensar contemporáneo, anclado obsesivamente en la Grecia Antigua, en la ciencia y en la razón, convendría dar una mirada a lo que proponen las culturas ancestrales y sus plantas sagradas. Los profesores ganaríamos el deseo de incorporar a nuestros saberes de cuño occidental, pacientemente aprendidos, los saberes de las culturas locales. Que allí donde se enseñe la música europea, se enseñe la música embera o la desana. Que allí donde se teorice
sobre los géneros de la literatura moderna, también haya espacio para el jagagi o el bakaki, dos géneros poético-filosóficos fundamentales del pensamiento amazónico.
No hablamos de abolir el pensamiento occidental, pues finalmente nos hemos educado en él y nos sentimos muy cómodos así. Ahora bien, debemos reconocer que estos territorios requieren de un cambio de paradigma. Tal como fuimos capaces de aprender el alemán o el griego y nos adentramos en la física cuántica y la cirugía estética, así mismo deberíamos tener la capacidad para aprender el idioma kaugian o el iku o el wayuunaiki y de paso comprender la etnobotánica que sustenta la construcción de una anáneko. Una aproximación, aun superficial, al mundo indígena y afrodescendiente nos serviría para entender que tales culturas nos ofrecen una gran diversidad de formas de pensamiento que podrían enriquecer nuestra vida social y cultural, si estuviéramos dispuestos a respetarlas y aprenderlas. Los saberes ancestrales se encuentran registrados y organizados en sistemas simbólicos muy ajenos a nosotros, como el tejido de una mochila o el cuidado de una chagra. Hace tiempo que la filosofía