ISBN 0124-0854
N º 170 Octubre de 2010
Oraciones
Ana María Vallejo de la Ossa
XXVII Premio Nacional de Literatura Universidad de Antioquia 2010, modalidad Dramaturgia
Introducción
N
o somos tres como en los típicos chistes nacionalistas. Somos ocho, y eso le quita ligereza a nuestro encuentro, aunque no gracia; lo enreda. Pero sí hay un argentino, también hay un chileno, un brasilero y un boliviano. A ellos los acomodan en dos cuartos, en el mismo corredor en el que está el de las mujeres, que es uno solo con cocina en la mitad. Hay que consentir a las chicas, según la organizadora, y dejarnos la cocina y el saloncito le parece la mejor manera de hacerlo. Conmigo, que soy colombiana, comparten el cuarto una flaquita uruguaya y, del otro lado de la cocina, duermen la brasilera y la española. Nos traen aquí porque nos invitaron a una residencia, y porque la política de descentralización impide que todos los artistas se queden amontonados en el D. F. Eso a otro colombiano, que tiene el proyecto de autorretratarse constantemente bajo disfraces diversos, lo destrozó; se enamoró el día de la llegada de otro muchacho que mandaron a Oaxaca, y a él lo dejaron en el D. F donde, en las horas libres, se dedica a emborracharse con un escultor canadiense en la calle Garibaldi.
La cosa es que es aquí, en el centro cultural de las artes de Guanajuato, Exconvento de San Juan de Sahagún, donde me toca a mí con otros siete creadores, como decía la primera carta que me enviaron.
Yaneth Cecilia Mesa Martínez, Este no es el mismo Lovaina de antes, video instalación, dimensiones variables, 2009.
Cuando en el D. F. hablaban del destino de los de escénicas, los organizadores se miraban con una sonrisa discreta, un tanto enigmática, y entonces de Salamanca sólo decían que era una pequeña ciudad industrial; sin detenerse en eso, pasaban a describir las virtudes del bello Exconvento, su patio central y sus palmeras y sus generosos salones de grandes ventanas que seguro nos inspirarían a todos. Y sí.
A Salamanca llegamos de noche y ya éramos amigos porque ese acercamiento toca hacerlo rápido; la estadía dura tres meses, los preámbulos media hora y los romances y las peleas y los dramas se desarrollan en un tiempo proporcional al de esos primeros acercamientos íntimos en el bus que nos trae al centro de México. Entrando por una calle lúgubre que anuncia lo que viene, sólo vemos brillar, no muy lejos del centro, las llamaradas de las refinerías y tenemos que cerrar las ventanas del bus porque el olor de la ciudad es infecto.