ISBN 0124-0854
N º 163 Marzo 2010
El pastiche posmoderno es la clave estética, es decir, no hay clave estética definida, no hay un estilo específico. La palabra usada es la del alucine, la del kitsch, la del sueño, la del video experimental, la mediática, en fin, un raudal incontenible de imágenes que ponen en juego todos esos recursos(…); lentes, gran angulares que distorsionan permanentemente la imagen, inquietos movimientos de cámara, ángulos insólitos, virados de colores, solarizados y un derroche de colores vivos(...) Incluso la película utiliza una cámara que registra la temperatura del cuerpo … ¡ y pensar que se creía que ya se habían visto todas las posibilidades de mostrar una escena de sexo!
Ahora, con esta descarga visual en el centro de todo, los planteamientos morales del film quedan en entredicho.(…) pero la historia y sus personajes no muestran atisbo de dimensión moral alguna. Se diría que son sólo monigotes en función de un relato y con un elemento móvil, el dinero fácil, y que no hay reflexión alguna de sus actos. Sin embargo, si se vuelve a aplicar la misma lógica propuesta por este texto, la del discurso posmoderno( y un relato de cine es un discurso, no una realidad), se puede ver que éste habla del fin de la utopía y de la muerte del sujeto. Así
mismo, ese formalismo, traducido en una visualidad avasallante, es consecuencia de la separación entre ética y estética, de manera que esta concepción del arte aparece como vacía de contenido moral. Si alguna vez la filosofía unificó la ética y la estética, si Godard afirmó que un travelling es una cuestión de moral, ahora parece completamente lógico pensar todo lo contrario, y esta película es un buen ejemplo de ello 1i.
Un recorrido rápido a algunos films recientes nos ilumina esta evidencia: Desde el último fenómeno de taquilla Avatar, a otros fenómenos que descrestaron a un público cada vez más esnob y ávido de sensaciones sadomasoquistas, como el de Irreversible( 2002, Gaspar Noé) o el de la Pasión de Cristo( 2003, Mel Gibson), cuyas propiedades pasan de la pirotecnia de efectos especiales y digitales al morbo primario( similar a una edición de El Espacio o La chiva), gratuito y vacío, por no hablar de otro cine supuestamente más sensible y consagrado por las masas a „ obra de arte ‟ como el de George Lucas o el de Steven Spielberg, en donde abundan ambos elementos, empacado, en el caso del segundo, con amplio derroche de lacrimogenia ─casi podría decirse que el cálculo preciso de la
1 Revista Kinetoscopio, Medellín, n.° 75, pp. 42-43.