ISBN 0124-0854
N º 166 Junio de 2010
El año siguiente , cuando cursaba primero B , se celebró en el pueblo la fiesta de corralejas . Ese 30 de agosto , un gran acontecimiento marcaría el rumbo de mi existencia : un conjunto de acordeón , integrado por unos “ pelaos ” que llegaron de Corozal , tocó en la plaza donde se erigieron las corralejas . Felipe Paternina era el nombre de aquel acordeonero de toque magistral , cuya ejecución me conmocionó a tal punto que sus melodías no dejaban de bailotear en mi mente , mientras me dirigía ensimismado hacia mi casa .
Absorto en mis pensamientos , tomé el camino que conducía a la casa de mi padrino Ismael Pérez , quien era el propietario de los toros que se lidiarían en esa ocasión , razón por la cual ofrecía desde horas tempranas una recepción en su vivienda , amenizada con banda y acordeón . No podía imaginar en aquel momento que las razones para que la música de acordeón me envolviera en su magia , para siempre , estarían a la orden del día . Cuando me acercaba a la casa de mi padrino , una melodía que salía de su interior se fue apoderando del ambiente como en una suerte de encantamiento y , entonces , mis pasos sin remedio me pusieron de golpe en la sala , en medio de la gente que en un silencio reverencial escuchaba al señor Desiderio Barbosa ejecutar la fascinante
Marina Quintero y Lisandro Meza
melodía . El hombre , al percatarse de mi interés , caminó hacia mí y con gesto amable ejecutó nuevamente la canción . Al terminarla , me contó que esa maravilla titulada La creciente del Cesar era obra del maestro Rafael Escalona y que la habían grabado “ Bovea y sus Vallenatos ”, músicos muy famosos de Ciénaga , Magdalena .
Mi papá , Lisandro , poco sabía de mi interés por el instrumento . Con frecuencia salía con sus “ Alegres muchachos ” a cumplir sus compromisos musicales , por lo que no le era fácil percatarse de mis intereses y talentos . Él sabía que tocaba y que me defendía con la percusión y se sentía por ello muy orgulloso , pero , pienso que en el fondo , él no quería que siguiera sus pasos .
Los tiempos de mi niñez continuaron con sus juegos , la escuela , la cotidianidad de mi terruño , cuando un día cualquiera