ISBN 0124-0854
N º 166 Junio de 2010
todos los pueblos de la región : animaba las fiestas patronales , cumpleaños , matrimonios y corralejas . Porque tocar el acordeón , me dijo él , le salía del alma , le cruzaba con fuerza el corazón y le llenaba la vida de pasión … “ Esto es parte de lo que soy ”.
La finca de la abuela Corina
En ese entonces vivíamos mi abuela Corina y yo con dos empleados . Casi nunca recibíamos visitas , pero esa vez el señor negro que fumaba Pielroja y hablaba con voz de trueno , llevaba varios días en la finca . En las mañanas , se levantaba temprano , cogía el aparato y empezaba a mover los dedos , presionando los botones blancos a la par que sus manos movían el acordeón ; entonces , se escuchaba un sonido en toda la finca . Al principio me asustaba , pero luego me empezó a gustar , pues tenía un ritmo contagioso … como si fuera , más que música , magia .
El hombre y yo nos hicimos amigos . Él me contaba cosas de su vida . Una vez me dijo que había dejado a su familia , su trabajo en una gran hacienda , y a sus amigos , y se había dedicado a andar de correduría por
Luego yo les conté a mis amigos todo lo que él me había dicho , sus historias en pueblos lejanos , sus amores y ese viaje que tanto quería hacer al Valle de Upar . Algunos no me creyeron y hasta me llamaron loco , así que los invité a mi casa . El viernes sería el día .
Esa mañana , de la que recuerdo cada detalle , el sol brilló con toda su intensidad , pero la tímida lluvia apagó su resplandor y el día se tornó opaco . Las vacas pastaban silenciosas , mi abuela se había levantado más temprano que de costumbre y yo no escuchaba el acordeón . Me bañé y fui a buscar a mis amigos .
Camino a la finca , veníamos tirando piedras y todos me preguntaban cómo era ese aparato , yo les decía que se parecía a la máquina de escribir que tenía la profe en su casa . Ellos me miraban incrédulos .
Llegamos y me fui corriendo emocionado a buscar al hombre