ISBN 0124-0854
N º 167 Julio de 2010
Casa Museo 20 de Julio, Bogotá.
Probablemente estimó usted como un desafuero a su infalibilidad la observación que yo hacía, y no contento con tratar de explicarlo, se permitió tomar mi entusiasmo en la celebración del 20 de julio por locura que tenía por objeto buscar popularidad; me regaló con un apólogo en el cual me hace aparecer como el vocero de las malas pasiones que quiere despertar al populacho y mostrarlo a usted como el objeto de sus iras; y por último interpretó mis palabras, que podían ser entusiastas, apasionadas si usted quiere, como ― una amenaza populachera”(¡ Bonita palabra! ¿ Piensa usted enviarla a la Academia como fruto de sus trabajos? Me permito aconsejar a usted que envíe un duplicado a Carreño como modelo de estilo comedido y cortés).
No basta, señor Caro, tener en la mano la pluma de El Tradicionista para tener derecho de insultar. Cuando la pluma se moja en veneno en vez de tinta, pasa a ser arma, y entonces hay derecho para devolver el insulto, no en son de amenaza populachera, sino en son de rechazo que la dignidad de hombre y de caballero no permite tolerar al temerario que lo profiera.
¿ Conque usted no enloqueció el 20 de julio en que tantos otros enloquecimos? Esto es natural; usted ha dicho con plausible franqueza que es monarquista, y se comprende que la fecha que para nosotros es gloriosa, sea para usted de desgracia. ¿ Y todos los que enloquecimos ese día teníamos en mira granjearnos popularidad? Esta opinión de usted equivaldría a esta otra: usted permaneció serio, frío e