Agenda Cultural UdeA - Año 2010 DICIEMBRE | Page 5

ISBN 0124-0854
N º 172 Diciembre de 2010 en él que todo se discute en este mundo, excepto una cosa: no se discute la democracia. Porque parece que se parte del principio de que la democracia está ahí, y por lo tanto no vale la pena reflexionar sobre eso. Y yo creo que hoy se está necesitando un debate mundial sobre la democracia, y quizá si lo hiciéramos nos daríamos cuenta de que esto que estamos viviendo y que llamamos democracia, no lo es. Es una pura falacia, es una falsedad, nada de lo que está pasando hoy en el mundo, en los países que se declaran democráticos, tiene que ver con la auténtica democracia. Se ha vuelto evidente que el poder real es el poder económico. Tú no eliges a la administración de Coca Cola o de General Motors. Entonces, si el poder real es ése, todo lo que pasa por debajo es una falacia. Es decir, tú quitas un gobierno y pones otro, pero cómo será el gobierno que tú quitaste o el gobierno que has puesto; en el fondo van a hacer lo mismo. Van a hacer lo que le conviene al poder económico. De tal manera, el cambio que reclamaste queda frustrado. Por eso yo creo que tiene que ser una exigencia ciudadana discutir la democracia.
¿ La izquierda puede jugar algún papel en esa discusión?
La izquierda tiene el instrumento que necesita, y se llama Carta de los Derechos Humanos. Está todo ahí. Todo lo que la izquierda ha dicho desde siempre que había que hacer en el mundo está ahí, y es un documento firmado por países democráticos. Un documento al que nadie da la más mínima importancia. Pero, si en lugar de todo ese debate que corporiza con los programas de los grandes partidos políticos, si hubiera un partido, de izquierda, que son los partidos que lo pueden hacer, a partir de ahora todo el
programa está allí: Carta de los Derechos Humanos. Pero aquí hay un problema, y es que el cumplimiento de los derechos humanos es incompatible con lo que está pasando en el mundo. Pues, entonces, si los reivindicas vas a tener que oponerte a lo que está pasando.
Lo que nos lleva a pensar que la clave del problema está en encontrar mecanismos para controlar al poder real.
Sí. El poder político tendría que controlar el poder económico, y no lo hace. Por eso digo que, en el estado en que se encuentran los gobiernos, no pasan de ser comisarios políticos del poder económico.
¿ Entonces la izquierda se tendría que plantear como urgencia la construcción de un poder cierto, no meramente deliberativo, para poder controlar a ese otro poder que hoy maneja el mundo? ¿ De qué otra forma, si no, se podría poner en marcha el programa de la Carta de los Derechos Humanos?
Bueno, precisamente aquí el problema central es que el poder se escapó de las manos de los ciudadanos. No se escapó, se lo quitaron. Lo hicieron al organizar el mundo de forma tal que la economía debilite la capacidad política de los ciudadanos de intervenir en la sociedad que es la suya, de la que ellos son parte. Esa capacidad se ha reducido al mínimo. Me gusta decir que la democracia tiene unos cuantos rituales, una especie de misa laica: el día equis te llamo para que vayas a cumplir tu deber ciudadano poniendo un voto. Pero, ¿ qué significa eso? Porque yo sé que en Argentina, o en Portugal, o en todo el mundo, no tienen nada más que esos rituales. Y te digo, no hacemos nada más que eso, sólo podemos hacer eso. ¿ La alternativa es la revolución? Bueno, yo no estoy