ISBN 0124-0854
N º 172 Diciembre de 2010
Ana María González G ., Taller complementario de ilustración , Facultad de Artes Universidad de Antioquia
enero , sino de la totalidad de la cotidianidad mexicana .
Con su pasión por entender los ritos contemporáneos y el peso de los objetos en las crónicas urbanas , logró reunir a personajes tan disímiles como el caricaturista Rafael Barajas El Fisgón ( a los paseos en su compañía por los libreros y anticuarios de La Lagunilla y Plaza del Ángel atribuye el valor de las caminatas peripatéticas de los alumnos de Aristóteles ), el empresario Carlos Slim , el político Andrés Manuel López Obrador , y el fundador de La Jornada , Carlos Payán ; todos ellos apoyaron a fines de 2006 la creación del Museo del Estanquillo que alberga su colección de 12.000 piezas , entre fotografías , miniaturas , maquetas , dibujos , caricaturas , grabados y objetos de la vida cotidiana .
Después de haber cedido a un cerco periodístico de varios intentos y de haberlo visto escabullirse con Consuelo
Sáizar ( un rito que comenzaron muchos años atrás después de un primer encuentro victorioso en el que ella — que entonces apenas comenzaba a incursionar en la vida editorial — pasó el examen en literatura y otras materias vitales y vivió a su lado una tarde inagotable que intentaban repetir cuando podían ), Monsiváis desplegó un monólogo que ahora recobro : “ Si me pregunto a mí mismo , en la entrevista diaria que me hago — porque todos somos nuestros propios periodistas —, a qué me niego con más furia , respondo que a la falta de curiosidad o a la sensación de que lo que tenía que saber , ya lo conozco . Probablemente al cabo de mis errores reivindico la curiosidad y el entusiasmo . El día que deje de tenerlos , lo que quedaría sería pedir que mi esquela dijera : „ Fulano falleció , rodeado de todos sus ángeles agnósticos y de todas las supersticiones que para su dicha nunca compartió ‟”. Pero lo cierto es que no cejó en el entusiasmo , aunque aseguraba que ya no podría escribir más obituarios de los que había escrito sobre México .
Monsiváis no sólo vivió rodeado de once gatos — que además eran la perfecta coartada para no permanecer demasiado en ningún lugar —, sino que se fue asemejando cada vez más al gato de Cheshire en versión mexicana : aparecía y desaparecía con el don de contemplar desde arriba todas las áreas de la vida nacional ( y de presentarse en todos los escenarios del país ) y atravesarlas con su mirada en ascuas .
Era dueño de las calles , de los lugares inexpugnables , de los antros , y podía pasearse bajo las escaleras o estar en la luz de los reflectores . Sabía de todos los sucesos de la industria cultural , y anotó de cabo a rabo los diarios performances de la vida urbana . El destello de su