Agenda Cultural UdeA - Año 2010 DICIEMBRE | Page 15

ISBN 0124-0854
N º 172 Diciembre de 2010 rápidamente , echando mano a la puerta para cerrarla , y bajó la calle lo más deprisa que podía . Tenía un designio , un objetivo muy definido que ya le tranquilizaba , y tanto que se dejó ir con una sonrisa que a poco le suavizó la aflicción .
Sólo reparó en la gasolinera cuando casi iba a pasar por delante . Tenía un letrero que decía “ agotada ”, y el coche siguió , sin una mínima desviación , sin disminuir la velocidad . No quiso pensar en el coche . Sonrió más . Estaba saliendo de la ciudad , eran ya los suburbios , estaba cerca el sitio que buscaba . Se metió por una calle en construcción , giró a la izquierda y a la derecha , hasta un sendero desierto , entre vallas . Empezaba a llover cuando detuvo el automóvil .
Su idea era sencilla . Consistía en salir de dentro de la gabardina , sacando los brazos y el cuerpo , deslizándose fuera de ella , tal como hace la culebra cuando abandona la piel . Delante de la gente no se habría atrevido , pero allí , solo , con un desierto alrededor , lejos la ciudad que se escondía por detrás de la lluvia , nada más fácil . Se había equivocado , sin embargo . La gabardina se adhería al respaldo del asiento , de la misma manera que a la chaqueta , a la chaqueta de punto , a la camisa , a la camiseta interior , a la piel , a los músculos , a los huesos . Fue esto lo que pensó sin pensarlo , cuando diez minutos después se retorcía dentro del coche gritando , llorando . Desesperado . Estaba preso en el coche . Por más que girase el cuerpo hacia fuera , hacia la abertura de la puerta por donde la lluvia entraba empujada por ráfagas súbitas y frías , por más que afirmase los pies en el saliente de la caja de cambios , no conseguía arrancarse del asiento . Con las dos manos se cogió al techo e intentó levantarse . Era como si quisiese levantar
el mundo . Se echó encima del volante , gimiendo , aterrorizado . Ante sus ojos los limpiaparabrisas , que sin querer había puesto en movimiento en medio de la agitación , oscilaban con un ruido seco , de metrónomo . De lejos le llegó el pitido de una fábrica . Y a continuación , en la curva del camino , apareció un hombre pedaleando una bicicleta , cubierto con un gran pedazo de plástico negro por el cual la lluvia escurría como sobre la piel de una foca . El hombre que pedaleaba miró con curiosidad dentro del coche y siguió , quizá decepcionado o intrigado al ver a un hombre solo y no a la pareja que de lejos le había parecido .
Lo que estaba pasando era absurdo . Nunca nadie se había quedado preso de esta manera en su propio coche , por su propio coche . Tenía que haber un procedimiento cualquiera para salir de ahí . A la fuerza no podía ser . ¿ Tal vez en un taller ? No . ¿ Cómo lo explicaría ? ¿ Llamar a la policía ? ¿ Y después ? Se juntaría gente , todos mirando , mientras la autoridad evidentemente tiraría de él por un brazo y pediría ayuda a los presentes , y sería inútil , porque el respaldo del asiento dulcemente lo sujetaría . E irían los periodistas , los fotógrafos y sería exhibido dentro de su coche en todos los periódicos del día siguiente , lleno de vergüenza como un animal trasquilado , en la lluvia . Tenía que buscarse otra forma . Apagó el motor y sin interrumpir el gesto se lanzó violentamente hacia fuera , como quien ataca por sorpresa . Ningún resultado . Se hirió en la frente y en la mano izquierda , y el dolor le causó un vértigo que se prolongó , mientras una súbita e irreprimible gana de orinar se expandía , liberando interminable el líquido caliente que se vertía y escurría entre las piernas al suelo del coche . Cuando sintió todo esto empezó a llorar bajito , con un gañido , miserablemente , y así