ISBN 0124-0854
N º 172 Diciembre de 2010 acertado . Al final había una luz aún grisácea , pero dura y brillante , de cuarzo . En el bordillo de la acera , una gran rata muerta . Y mientras encendía el tercer cigarrillo , detenido en la puerta , pasó un chico embozado , con gorra , que escupió por encima del animal , como le habían enseñado y siempre veía hacer .
El automóvil estaba cinco casas más abajo . Una gran suerte haber podido dejarlo allí . Había adquirido la superstición de que el peligro de que lo robasen sería tanto mayor cuanto más lejos lo hubiese dejado por la noche . Sin haberlo dicho nunca en voz alta , estaba convencido de que no volvería a ver el coche si lo dejase en cualquier extremo de la ciudad . Allí , tan cerca , tenía confianza . El automóvil aparecía cubierto de gotitas , los cristales cubiertos de humedad . Si no hiciera tanto frío , podría decirse que transpiraba como un cuerpo vivo . Miró los neumáticos según su costumbre , verificó de paso que la antena no estuviese partida y abrió la puerta . El interior del coche estaba helado . Con los cristales empañados era una caverna translúcida hundida bajo un diluvio de agua . Pensó que habría sido mejor dejar el coche en un sitio desde el cual pudiese hacerlo deslizarse para arrancar más fácilmente . Encendió el coche y en el mismo instante el motor roncó fuerte , con una sacudida profunda e impaciente . Sonrió , satisfecho de gusto . El día empezaba bien .
Calle arriba el automóvil arrancó , rozando el asfalto como un animal de cascos , triturando la basura esparcida . El cuentakilómetros dio un salto repentino a noventa , velocidad de suicidio en la calle estrecha y bordeada de coches aparcados . ¿ Qué sería ? Retiró el pie del acelerador , inquieto . Casi diría que le habían cambiado el motor por otro
mucho más potente . Pisó con cuidado el acelerador y dominó el coche . Nada de importancia . A veces no se controla bien el balanceo del pie . Basta que el tacón del zapato no asiente en el lugar habitual para que se alteren el movimiento y la presión . Es fácil .
Distraído con el incidente , aún no había mirado el contador de la gasolina . ¿ La habrían robado durante la noche , como no sería la primera vez ? No . El puntero indicaba precisamente medio depósito . Paró en un semáforo rojo , sintiendo el coche vibrante y tenso en sus manos . Curioso . Nunca había reparado en esta especie de palpitación animal que recorría en olas las láminas de la carrocería y le hacía estremecer el vientre .
Con la luz verde el automóvil pareció serpentear , estirarse como un fluido para sobrepasar a los que estaban delante . Curioso . Pero , en verdad , siempre se había considerado mucho mejor conductor que los demás . Cuestión de buena disposición esta agilidad de reflejos de hoy , quizá excepcional . Medio depósito . Si encontrase una gasolinera funcionando , aprovecharía . Por seguridad , con todas las vueltas que tenía que dar ese día antes de ir a la oficina , mejor de más que de menos . Este estúpido embargo . El pánico , las horas de espera , en colas de decenas y decenas de coches . Se dice que la industria va a sufrir las consecuencias . Medio depósito . Otros andan a esta hora con mucho menos , pero si fuese posible llenarlo ... El coche tomó una curva balanceándose y , con el mismo movimiento , se lanzó por una subida empinada sin esfuerzo . Allí cerca había un surtidor poco conocido , tal vez tuviese suerte . Como un perdiguero que acude al olor , el coche se insinuó entre el tráfico , dobló dos esquinas y fue a