Agenda Cultural UdeA - Año 2010 AGOSTO | Page 5

ISBN 0124-0854
N º 168 Agosto de 2010
Fernández Alba, tanto los jurados como los funcionarios convocantes tuvieron en cuenta los enormes gastos de mantenimiento que, a sólo dos años de construidos, están necesitando ya muchos de los“ nuevos” edificios públicos de Medellín con los techos caídos, con problemas de aguas perdidas, por deterioro de materiales inadecuados para este clima. La crisis económica viene a desmontar las mentiras del simulacro estético, de la inflación de precios manipulada por los especuladores de la burbuja inmobiliaria, y nos recuerda que las verdaderas necesidades de una comunidad no son aquellas que dicta el consumismo, la especulación, sino, tal como ya se está haciendo ante ese despilfarro, una arquitectura en la austeridad, un urbanismo que recupere la calle, al peatón.
Medellín ha sido maquillada en su contexto urbano con intervenciones carentes de continuidad, carentes de vocación en la integración del centro y las comunas, hoy más“ guettizadas” que nunca, aisladas y abandonadas a lo peor. La imitación del llamado modelo Barcelona, revisado hoy en las obras de sus seguidores en esta ciudad, es caricaturesco en su propuesta de“ obras de arte”, de monumentos que, motu proprio, según sus autores, estarían haciendo el milagro de volver a tejer la malla urbana destrozada por las irracionalidades de la especulación, de resolver los problemas de un espacio urbano desintegrado que hoy la nueva violencia está dejando al desnudo dramáticamente. ¿ Qué le hace falta a Medellín? La respuesta de Iñaqui Ábalos fue inmediata:“ A Medellín le hace falta más bordillo”. O sea, más aceras para el peatón, para los recorridos donde se pondría de manifiesto la ausencia de barreras físicas y sociales, los infames obstáculos del prejuicio social y, agrego yo, menos“ obras de arte” aisladas en su falsa soberbia, ya que lo que aparece hoy, precisamente bajo cuestionamiento, es la figura del arquitecto, del llamado urbanista y sus montones de insulsas especulaciones supuestamente teóricas, su incapacidad para tener ojos ante la encrucijada social que, de manera dramática, lo rodea. Y es aquí donde la pregunta sobre la enseñanza de la arquitectura reclama, igualmente, un juicio inmediato ante una pedagogía inoperante, incapaz de objetivar sus propuestas para hacer frente al caos y al despilfarro que se beneficia de éste.“ Es sabido, decía con su habitual ironía Adolf Loos, que no cuento a los arquitectos entre los seres humanos”.
Darío Ruiz Gómez es escritor, teórico de arte y urbanismo y crítico literario. Ha publicado, entre otras, las obras de poesía: Señales en el techo de la casa, Geografía, Para decirle adiós a mamá, A la sombra del ángel y La muchacha de la leyenda; de ensayos: De la razón a la soledad, Trabajo de lector y Diario de ciudad; y de narrativa: La ternura que tengo para vos, En tierra de paganos, Hojas en el patio y Crímenes municipales. Escribió este texto