Agenda Cultural UdeA - Año 2009 MARZO | Page 24

N º 152 Marzo de 2009
ISBN 0124-0854
N º 152 Marzo de 2009
museos , como guardianes del patrimonio y de los productos de la humanidad , éstos han diseñado procedimientos que buscan preservar y conservar los bienes a su cargo , sustrayéndolos al riesgo de su pérdida o deterioro por la manipulación e interacción directa con ellos .
Como pauta general de comportamiento del visitante de un museo se impone el “ Prohibido tocar ” o “ Por favor no tocar ”, pese a que muchos de los objetos fueron diseñados y creados originalmente para el uso , la manipulación en los cultos y con la posibilidad de ser olidos , palpados , sentidos y hasta degustados . El origen de esta actitud puede ser rastreada , entre otras fuentes , en el origen de la cultura moderna , cuando la relación con las imágenes entra en nuevas dinámicas . En el dominio de la producción de objetos se operó una división y clasificación que distinguió los objetos utilitarios de aquellos decorativos o suntuarios y de otros que aunque también “ inútiles ”, se les atribuía un mayor valor por el tipo de materiales y soportes con que se producían , por la calidad y virtuosismo de su factura estética , por el carácter representativo , simbólico y cultural de sus contenidos y por ser creaciones humanas geniales y originales . A estas se les llamó obras de arte y su producción se demandó para usos religiosos y civiles , públicos y privados .
Ahora bien , el hecho de tener el estatus de obras de arte y ser piezas únicas , así hicieran parte de rituales religiosos y estuvieran expuestas al público , planteó una nueva relación con los sujetos que las contemplaban . Desde el momento de su concepción , hasta la elección de los materiales : piedra o metal , la creación de las obras implicaba la idea de su duración . De antemano se preveía la necesidad de que las obras fueran conservadas . Para ello , y en el caso de la escultura pública , se introdujo la base con una doble intención . De un lado , se quería resaltar su carácter conmemorativo y monumental , y por otro , evitar la manipulación excesiva del público .
Una vez se encumbra la obra sobre su pedestal , se opera un distanciamiento respecto del observador , quien solo puede apreciarla visualmente . Quizás no haya sucedido lo mismo con las esculturas de jardines y las de recintos cerrados como palacios , iglesias , capillas y conventos , porque de antemano se consideraba limitado el número de personas que podían apreciarlas y manipularlas , y porque se suponía la preexistencia de comportamientos respetuosos frente a las imágenes y piezas .
Al cotejar el cuidadoso tratamiento que se da a las obras de arte con el uso y abuso de imágenes y objetos corrientes que hacen parte de la cultura material de los pueblos modernos , sean estos utilitarios o decorativos , de menor calidad y riqueza semántica , aunque de excelente factura , se puede deducir que la valoración estética trajo consigo la actitud de respeto y distanciamiento , y una cierta sacralización de las obras , una cierta “ aura ” como la referirá Walter Benjamin , que luego heredan los museos que las custodian . Desde luego que este fenómeno es una consecuencia de la cultura moderna , que da la primacía a la estética de la contemplación y la valida como vía idónea para la apreciación y acceso al