ISBN 0124-0854
N º 156 Julio de 2009
Eliza: Ahora lo entiendo perfectamente. Pero Simplicio no da su brazo a torcer, él niega que la Tierra pueda iluminar a la Luna, y sostiene que esa luz secundaria proviene de la propia Luna.
Tomás: Porque no puede aceptar que un cuerpo terrestre, imperfecto y corruptible como la Tierra pueda tener ningún tipo de influjo sobre un cuerpo celeste como la Luna. Sencillamente pertenecen a mundos excluyentes.
Eliza: Por el contrario, Galileo los considera pertenecientes al mismo universo.
Tomás: De eso se trata toda la discusión. Simplicio trata de preservar sobre todas las cosas el orden establecido, y no reconoce más hechos que los que apoyan su argumentación; en cambio, Galileo concede a los astros una misma naturaleza y se atreve a decir que entre ellos existe una especie de interacción luminosa.
Eliza: ¿ Como una atracción gravitacional?
Tomás: Decir algo así sería muy especulativo; sin embargo, es posible que Galileo estuviera pensando en las interacciones magnéticas entre los astros, que habían sido sugeridas por William Gilbert. Lo cierto del caso es que la mentalidad de Galileo estaba abierta a nuevas posibilidades que el pensamiento vigente en la época excluía de plano.
Eliza: De ahí su estrategia de demolición lenta y sistemática de la cosmología aristotélica. Con razón lo querían mandar a la hoguera.
* Guillermo Pineda, Profesor del Instituto de Física de la Universidad de Antioquia. Este texto hace parte del libreto del programa radial Las historias de la ciencia que se emite por la Emisora Cultural de la Universidad de
Antioquia. Sistema de Radio Educativa( FM 101.9), los miércoles a las 9:00 p. m. De la serie, la Editorial Universidad de Antioquia ha publicado dos discos compactos, con el mismo título.