Agenda Cultural UdeA - Año 2009 JULIO | Page 12

ISBN 0124-0854
N º 156 Julio de 2009
Tomás: Bueno, pues el hecho de que la Luna, sobre todo si está llena, ilumine tan uniformemente a la Tierra, es para Galileo una buena prueba de que su superficie es comparativamente tan irregular como la superficie de una pared.
Eliza: O como la arena, o la nieve, o las nubes.
Tomás: Esos son buenos difusores.
Eliza: En cambio el agua es como un espejo.
Tomás: Por eso los arquitectos hablan de espejos de agua cuando diseñan estanques decorativos de muy poca profundidad.
Eliza: A propósito, una de las discusiones más interesantes sobre las irregularidades de la superficie lunar tiene que ver con los mares de la Luna, esas inmensas extensiones más oscuras que conforman las manchas que se ven a simple vista.
Tomás: Para Galileo, la mayor uniformidad de la superficie de los mares, en comparación con la estructura montañosa del resto de la superficie, explica que sean menos luminosos.
Eliza: Es el mismo argumento de los espejos, la superficie de los mares se parece más a un espejo que las zonas montañosas, que se asemejarían a la pared difusora. Incluso comenta que, vistos desde la Luna, los océanos de la Tierra se verían más oscuros que los continentes.
Tomás: No sé si recordás el pasaje en el que, hablando del mismo tema, describe lo que sucede cuando se vierte un poco de agua sobre las losas del piso expuestas al Sol.
Eliza: Claro, lo recuerdo muy bien, dice que el agua llena los poros de la losa y forma un espejo, de modo que la luz del Sol se refleja en una sola dirección y el piso mojado se ve más oscuro que el resto.
Tomás: Eso es lo mismo que sucede en una carretera, de noche, cuando está lloviendo; el dicho popular es que el agua se traga la luz, pero no es que se la trague sino que la luz de las farolas se refleja hacia adelante y se pierde, regresando muy poca de ella hasta los ojos del conductor; todo lo contrario de lo que sucede cuando el pavimento está seco y se comporta como un buen difusor.
Eliza: Bueno, pero hubo otro argumento sobre las irregularidades de la superficie de la Luna que me llamó mucho la atención. Salviati dice que si la Luna no tuviera la superficie montañosa, y por el contrario fuera muy uniforme, aunque no necesariamente pulida, en la Luna llena se debería ver más brillante el centro.