ISBN 0124-0854
N º 151 Febrero de 2009
historias maravillosas. No obstante, y como lo ha venido analizando la propuesta teórica de Estudios Culturales, las sociedades no se quedan pasivas frente a estos supuestos desencantamientos; todo lo contrario, han ido configurando nuevos universos míticos que les permiten habitar el mundo y cargarlo de múltiples sentidos. Al desmitificar el mundo, lo que buscó la modernidad fue establecer formas unitarias y universales de explicación a todos los fenómenos; este fue un proyecto esencialmente homogeneizante, que intentó desmitificar el mundo para consolidar los Estados nacionales en la dirección de los hitos fundacionales, impuestos y difundidos por el Estado. Como lo analizó Germán Colmenares( 1997), los mitos y las gestas heroicas, pregonados por las instituciones políticas, funcionaron en el sentido de crear lazos nacionales e identitarios, convertidos en hitos fundacionales de la memoria nacional con funciones ideológicas, difundidos como memoria común para todos los habitantes del Estado-Nación. En ello estriba la utilidad de las historias patrias que se han convertido en un medio de mantener la memoria de las epopeyas fundacionales del Estado y converger en una sola cultura, en una misma lengua y en una memoria hegemónica.
Los héroes urbanos. Héroes para unos, villanos para otros
Los héroes urbanos reunieron las características primordiales de sus antecesores: son arquetípicos, encarnan valores morales; no obstante, no son los valores morales nacionales o supranacionales, sino una variante que pasa por las formas de identificación local, que desvela la relación de los grupos de las ciudades con la ley, la justicia y el poder, especialmente en el contexto latinoamericano, en el que el Estado no ha alcanzado niveles de legitimidad social y ha sido visto, por los sectores menos involucrados en el proyecto moderno, como fuerza opresora y autoritaria que dificulta el diario vivir y es inoperante en la solución de las necesidades cotidianas de los grupos y de los individuos.
A pesar de poseer elementos que caracterizan al héroe mítico, en tanto también funda leyes, es claro que las que fundan los héroes que aquí analizamos, son las que llevan el sello de su individualidad: el orden es el suyo, el que les sirve y los proyecta al grupo. Se produce entonces una diferencia, el héroe urbano no defiende la ley y la justicia impuestas por las formas estatales, las utiliza en un sentido puramente personal, en función de sus intereses o los de su grupo. Microorden que se contrapone a otro orden mayor, en una lucha parecida a la de David contra Goliat, del pequeño contra el grande, en la que, según la retórica popular, vence el pequeño por su astucia, por su inteligencia y por su capacidad de correr riesgos. Ni más allá ni más acá de la ley, el héroe urbano se ubica en el punto donde la ley le es útil para confrontarla, fisurarla o acatarla.