ISBN 0124-0854
N º 151 Febrero de 2009
En el caso de Medellín es importante resaltar el mito de la“ raza paisa”, gestado por las élites políticas de la ciudad, para evitar el caos en una urbe que creció de manera vertiginosa por la llegada permanente de inmigrantes, y con el ánimo de ordenar el imaginario urbano a través de la imposición de modelos culturales que proyectaron el“ deber ser” de los habitantes de la ciudad. El mito de la“ raza paisa” y del“ antioqueño emprendedor” permitió la creación de héroes urbanos, nacidos de las prácticas diarias de la vida pública, idealizada en la búsqueda del bienestar y la utilidad social: el comerciante, el arriero, el aventurero, el hombre cívico representaron los valores de la voluntad, el trabajo, el tesón, la religiosidad, el amor a la tierra, la lealtad y la justicia. Esto no significa que tal mito opere en todos los segmentos sociales, si pensamos que la ciudad no es unitaria, sino que es un tejido múltiple de tiempos, lugares, gentes y símbolos; también podemos inferir que estos mitos tienen que convivir con otros, procedentes de diferentes estratos de la urbe, o también que éstos son reelaborados y transformados cotidianamente en la narración. Si se piensa el héroe urbano debe entenderse que es una superposición de modelos, de vivencias, de miedos de los diversos grupos que habitan la ciudad.
Frente a toda tendencia culturalista, el valor de lo popular no reside en su autenticidad o su belleza, sino en su representatividad sociocultural, en su capacidad de materializar y expresar el modo de vivir y de pensar de las clases subalternas; las maneras como sobreviven y las estratagemas a través de las cuales filtran, reorganizan lo que viene de la cultura hegemónica, y lo integran y funden con lo que viene de su minoría histórica( Martín-Barbero, 1987, p. 85).
Podemos analizar nuestros héroes, más que en función de modelos impulsados por proyectos políticos, en una dimensión de lo que la cotidianidad urbana va contando: infinidad de historias, de personajes y de situaciones; superposición de tiempos e imbricación de diversos segmentos. Podemos pensar que los héroes que recorren la memoria de los habitantes de la ciudad toman esencias de los héroes de los mitos“ oficiales”, reconvertidos en función de lo que los grupos recuerdan, hablan y sienten por ellos. Acogemos el modelo circular de cultura que proponía Mijail Bajtín a propósito de su libro La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, donde muestra que no existe una subordinación pasiva, sino que las clases populares resignifican lo que la cultura alta propone, o también elaboran formas de resistencia frente a modelos que intentan imponerse de manera autoritaria.
La modernidad ha desencantado el mundo; los mitos, las leyendas y los héroes fueron arrinconándose
en los anaqueles en los que reposan las historias inauditas, las ficciones, los cantos folclóricos y las