ISBN 0124-0854
N º 157 Agosto de 2009
simultáneamente en mi lector novelas, poemas, diccionarios, textos científicos, revistas, enciclopedias, música y videos, y además le añado— algo que será muy fácil de hacer en un futuro próximo—, un acceso a la inmensa variedad de la Internet, la experiencia del libro cambiará de manera radical. Leer será una aventura en la que ingresaremos por una puerta, el libro que hemos escogido, pero nos iremos desplazando, de hipervínculo en hipervínculo, por otras mil puertas y pasadizos, hasta que, ya satisfechos de nuestro paseo, decidamos regresar al punto de partida.
Nosotros, los que nacimos en la cultura del libro tradicional, apenas sí hemos podido adaptarnos un poco a los nuevos medios, como desplazados que somos del viejo libro del artesano, y seguimos leyendo en forma lineal. Esto lo hacemos a pesar de que hubo ya, en los años sesenta del siglo xx, el intento formidable de Julio Cortázar con su obra Rayuela. Cortázar nos sugería múltiples posibilidades de adentrarnos por el camino de su novela, en lecturas no lineales, aunque también nos dejaba la posibilidad de realizar una lectura de cuño clásico, siguiendo el orden dispuesto por él. Y nosotros, los lectores de la época, en forma mayoritaria nos contentamos con esa lectura lineal, que también era posible y nos daba la tranquilidad interior de dejarnos guiar por la mano providente del autor, sin atrevernos a entrar por vericuetos alternos e inseguros, que podrían de pronto haber sido más creativos.
Pero hay otro caso, no menos importante, en el desarrollo del libro. Al menos desde mediados del siglo xx, fue común que se publicaran obras infantiles en las que, al abrir una página dada, por gracia de un trabajo de diseño en el que se recreaban, en forma tridimensional, los objetos a los que se hacía referencia en el escrito, éstos surgían de la página y se proyectaban sobre ella. Ya se tratara de un castillo, o de un monstruo, o de pronto de un paisaje, la imagen se desplegaba sobre la página ante la mirada asombrada del niño. Ahora bien, hoy, en los primeros años del siglo xxi, se ve un progreso increíble de este concepto, cuando podemos ya extender un libro abierto ante una pantalla de computador, de tal suerte que, sobre sus páginas, hagan presencia las imágenes holográficas más variadas, que parecen abandonar la pantalla del computador que tenemos al frente, para caer sobre la superficie del libro abierto. Se insinúa así la superación total de la bidimensionalidad del libro, para abrirle campo a la holografía, de posibilidades aún demasiado hipotéticas para atrevernos a ahondar en ellas.
A diferencia del caso nuestro, los jóvenes de hoy, los que nacieron cuando ya los años noventa habían permitido el cambio radical, los que se han alfabetizado en el mundo de las multimedia y no han conocido otro,¿ cómo van a leer?¿ Cuál va a ser su experiencia vital? Los juegos de video actuales, en los que se sugieren múltiples vías para resolver los problemas planteados por el juego, se salen de la clásica concepción narrativa lineal y el jugador emprende caminos que, aunque forman parte de las posibilidades diseñadas por el juego, pueden ser tan únicas como el individuo que lo está jugando, aquí