Agenda Cultural UdeA - Año 2009 AGOSTO | Page 4

ISBN 0124-0854
N º 157 Agosto de 2009
trabajo de grado sobre el hipertexto, en una ciudad como Medellín. Y entonces Sergio se vio en la necesidad de buscar otro tema de investigación.
Han pasado los años con una velocidad que jamás habríamos soñado, y el hipertexto y los hipervínculos se convirtieron en una de las herramientas esenciales de la Internet y de cualquier investigación que pudiéramos hacer. Hoy no concebimos una sola consulta en la red mundial en la que no estemos yendo y viniendo de manera permanente, de clic en clic, de un tema a otro, de un hipervínculo a otro. Pero en aquel momento de comienzos de los noventa, en nuestro medio universitario de Medellín, el hipertexto y el hipervínculo eran aves extrañas, carentes de importancia.
Mientras Sergio, desanimado, buscaba otros temas para su investigación, las librerías de la ciudad encontraban aún, en la venta de enciclopedias, una de sus grandes fuentes de ingresos. Los vendedores seguían recorriendo las oficinas de los profesores universitarios para ofrecerles, con buenas condiciones de crédito, la última edición de la Enciclopedia Britannica, o de la Espasa o Vox, incluyendo en la venta, claro está, los tomos de actualización que, año tras años, irían saliendo al mercado. Y aquellos profesores que no encontraron interesante la propuesta de Sergio, parecían no haberse dado cuenta de que todas las enciclopedias habían sido construidas precisamente con el recurso a una primitiva versión impresa del hipertexto, que se hacía presente cuando, en el desarrollo de un tema cualquiera, remitían a otro artículo de la misma obra, como por ejemplo, si en un artículo sobre la Verdad aludían a la concepción platónica de la misma y ponían, entre paréntesis junto al nombre de Platón, la palabra véase. Los diccionarios y enciclopedias, en su misma esencia, habían sido, desde la antigüedad, obras llenas de hipertexto y los ficheros enormes que hacían los investigadores, con las palabras clave que anteponían a cada ficha, eran las bases de datos de aquellos hipertextos.
Nos hallábamos, sin duda, ante un caso de miopía frente al texto y sus posibilidades.
La inútil búsqueda de un pc para los filósofos
El segundo ejemplo tuvo lugar algunos años antes del de Sergio. Evidentemente, a mediados de los años ochenta la Universidad de Antioquia no podía subsistir sin el uso del computador. La administración central, tanto en lo financiero como en lo laboral y académico, utilizaba la computación, acudiendo para ello al recurso de un gran computador central, y ya empezaban tímidamente a aparecer algunos computadores personales, sobre todo en las áreas de ingeniería y de las ciencias exactas y naturales. En aquellos días, unos pocos profesores de las áreas humanísticas quisieron tener, también ellos, acceso a esta nueva herramienta. A quienes trabajaban en Filosofía, sólo con dificultad se logró que les fuera asignado un computador marca Texas Instruments, ya un tanto anticuado incluso para la época, que reposaba en la dirección del departamento y cuya única posibilidad era trabajar un procesador de palabras( Word Star, WordPerfect o la primera versión de Word de Microsoft). Cuando se pretendió