Agenda Cultural UdeA - Año 2008 OCTUBRE | Page 7

ISBN 0124-0854
N º 148 Octubre 2008 más barato posible y conseguir la mayor eficiencia. Así se ahorró una gran cantidad de dinero.
Un momento bien grato que recuerdo es el ensayo de acústica que le hicimos al teatro. Fue un ensayo muy sencillo. Le dijimos a una persona que se parara de frente en el escenario, y con las manos cruzadas por la espalda hiciera sonar dos llaves de un llavero. Nosotros, que estábamos en las últimas bancas, nos pusimos muy contentos porque escuchamos el sonido con toda la nitidez. Quedamos muy satisfechos como lo estuvimos también cuando llevamos cantantes y algunos oradores para que intervinieran sin usar micrófonos.
También el teatro está diseñado sobre el principio del teatro griego, con la silletería colocada en forma de circunferencias porque la onda se esparce en forma de círculos, garantizando que el sonido llegue a todo el auditorio con la misma intensidad. Es una fortuna que los estudiantes se esmeren en cuidarlo y en proteger la silletería ya que todo allí es fruto de un gran esfuerzo y de una cuidadosa planeación. Algo que me alegra mucho es que los estudiantes sientan que el teatro es de ellos.
Recuerdo que cuando estábamos construyendo el Teatro Metropolitano de Medellín, visitamos con la junta el teatro de la Universidad de Antioquia para darle
seguridad en el uso de los materiales y de la silletería, que en ese momento habían resistido veinticinco años de asambleas estudiantiles.
Para mi satisfacción personal, considero como logro máximo de mi carrera arquitectónica haber trabajado en el diseño de la Universidad de Antioquia, cuyo plan director se concibió entre 1964 y 1970, y en el diseño de la Universidad de Medellín a partir de 1959. Ambas son ciudadelas de arcilla, madera y piedra.
En los dos proyectos fuimos muy conscientes de no hacer diseños extravagantes que apuntan más a satisfacer el ego de los funcionarios o de los responsables de la obra y también de los propios arquitectos. Contra la personalización hay que luchar mucho.
Esas ideas nos las inculcó un profesor que nos marcó para siempre. Fue Antonio Mesa Jaramillo, profesor y decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana. Él nos impulsó a la búsqueda de una arquitectura que tuviera un sabor propio y una respuesta concreta a los problemas nuestros. Desde luego que a ella iban ligados los costos, porque hacer cosas despampanantes, con grandes presupuestos, es algo que no se puede permitir un país como el nuestro. Eso que lo hagan los gringos y los europeos que disponen de