ISBN 0124-0854
N º 148 Octubre 2008
Unidos para que vean lo que no deben hacer aquí ‖. Y, efectivamente, nuestras premisas en el diseño están basadas en que no debíamos hacer nada al estilo gringo.
Nosotros en Estados Unidos, a donde viajamos a finales de 1964 y regresamos a principios de 1965, nos dividimos en dos grupos y visitamos alrededor de diez universidades, conociendo todo lo que en ese momento había en adelantos y medios técnicos. Recuerdo que en ese entonces se empezaban a emplear los medios audiovisuales en las universidades. Por ejemplo, en Oklahoma visitamos una universidad que por fuera no decía nada, pues su construcción se asemejaba a ramadas, pero por dentro nos dejó el recuerdo de ser la universidad más avanzada que visitamos por tener una educación personalizada que funcionaba de esta manera: unos grandes salones llenos de cubículos en los cuales había un escritorio con una pantalla, un teléfono y una sede de cuatro botones. El estudiante entraba al cubículo, se ponía sus audífonos, prendía con un botón la pantalla y por el teléfono llamaba al profesor que debía asistirlo en el curso. 0 sea que por el computador, hace cuarenta años, recibía la clase que se está tratando de montar hoy entre nosotros. También recuerdo que los laboratorios permanecían abiertos día y noche y a ellos el estudiante podía entrar a cualquier hora, registrando con una tarjeta el ingreso y la
salida. Todos los elementos estaban a su disposición. El resultado de su experimento lo dejaba allí a disposición del profesor quien pasaba más tarde a revisarlo y la calificación la enviaba al banco de datos centralizado de la administración. Los profesores de las otras universidades se quejaban de este sistema porque decían que era demasiado deshumanizado. Pero los resultados eran de un rendimiento fabuloso porque un curso planeado para cinco semestres lo realizaban los mejores estudiantes en menos tiempo.
Bueno, esa experiencia de la enseñanza audiovisual la plasmamos en el edificio que nosotros bautizamos como ― La Macarena ‖ y que hoy se conoce como el Bloque 10 o bloque de los auditorios. Este fue concebido con la idea de poder hacer clases para tres mil alumnos al mismo tiempo, utilizando la tecnología audiovisual. Recuerdo que nosotros pensábamos que si la Universidad traía desde el extranjero a un personaje famoso, de sus enseñanzas se podrían aprovechar miles de personas de la ciudad acudiendo a este edificio. Claro que ya hoy no es necesario traerlo hasta acá, o sea que de cierto forma nos anticipamos a eso. En síntesis, ese era el único logro de tecnología avanzada que vimos allá y que podía ser adaptado al medio nuestro con recursos propios. Así las cosas, el resultado de dicha visita se concretó después en un proyecto que es básicamente concebido sobre un