ISBN 0124-0854
N º 141 Marzo 2008 debe propiciar el diálogo intercultural, favorecer la apropiación social y la salvaguardia de las memorias locales y regionales, e incidir en la adopción de imaginarios renovados que proyecten las realidades culturales de los niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, de los pueblos indígenas y afrocolombianos, de las personas en situación de discapacidad, desarraigo o desplazamiento, entre otras.
La Universidad ha empezado a insertarse de manera expresa en las dinámicas del desarrollo social desde la perspectiva cultural y a ser reconocida como actor fundamental en la sostenibilidad de los procesos culturales que se adelantan en la región. Su vocación académica, su apertura a todas las expresiones y grupos sociales, así como el rico universo de conocimientos, de prácticas y de relaciones de continuidad que es capaz de tejer, unidas a la legitimidad como proyecto educativo, científico y cultural, se convierten en acicate para contribuir a garantizar la sostenibilidad de muchos procesos que en materia de cultura precisan de largo aliento.
Para ello la universidad debe adaptarse permanentemente a las nuevas y complejas dinámicas de la sociedad, idear mejores maneras de participación de sus comunidades universitarias y de sus futuros graduados en los procesos y dinámicas culturales de las cuales deben ser sujetos activos y no simples públicos pasivos o escuchas inermes, independiente de cual sea el área de formación por la que hayan optado para el desarrollo de su vida profesional y productiva.
Entre el fomento de la creación y otras formas de participación en la vida cultural
La visión, muy generalizada por cierto en el imaginario colectivo, de que la cultura se encuentra ligada esencialmente a las bellas artes, y de que el desarrollo, en términos de cultura, se mide por la capacidad de poner en escena dichas representaciones para un creciente número de consumidores de bienes y servicios culturales, debe encontrar en