Agenda Cultural UdeA - Año 2008 JUNIO | Page 31

ISBN 0124-0854
N º 144 Junio 2008 contenidos y las formas de convivencia y realización de la existencia individual y colectiva.
Una autoridad como el antropólogo hindú Arjun Appadurai, profesor invitado de prestigiosas universidades del mundo, en la conferencia Los riesgos del diálogo( Actas del Seminario Internacional New Stakes for Intercultural Dialogue. Unesco, París, 2006) afirma que“ nadie puede entrar en diálogo sin asumir serios riesgos”, una visión que se opone al sentido común que lo considera como un hecho casual, cotidiano y secundario. Y se pregunta sobre la compulsión a dialogar en medio del riesgo que significa estar frente a otra parte que puede no entender lo que se quiere decir. Un riesgo de la comunicación humana, ciertamente, que también tiene que ver con el peso de la palabra en las traducciones, el mundo del conocimiento y la diplomacia.
Pero también es un riesgo paradójico lo opuesto, ser claramente interpretados, aun en los mínimos gestos y silencios, como ocurre en la situación psicoanalítica. Y lo es, porque allí no hay consenso, o al menos un acuerdo provisional; es decir, no hay diálogo. Algo que se exhibe de modo patente en los intentos de diálogo entre las grandes confesiones religiosas como el islamismo y el cristianismo en la actualidad. Esta situación, la de la
imposibilidad de un diálogo de plena, total y detallada comprensión recíproca entre culturas, parecería estar en el recurrente dilema entre particularismos y universalismos, en especial los que devienen en fundamentalismos excluyentes en el primer caso, o los que resultan ser falsos universalismos que pretender borrar las verdaderas diferencias existentes.
Referirse entonces a vocerías, representaciones y negociaciones es algo problemático que los hechos diarios revelan por doquier: cada identidad étnica, de género, de opción religiosa, racial, política, y de cualquier otro orden, reafirma la exclusividad de la validez de su palabra, algo que en la vida universitaria se expresa en formalismos incluyentes del lenguaje y en elevadas sutilezas de enunciación de la diversidad, en aras de un multiculturalismo“ políticamente correcto”, en una compleja situación de cambio global, entendida como el contexto de renovación de los repertorios identitarios y de las formas de afirmación de los derechos que pasan por el tamiz y la praxis de la cultura. En la vida universitaria el“ riesgo del diálogo” se transforma en la riqueza del debate, en la posibilidad de la interlocución, en el ambiente de la discusión, en la medida en que, atendiendo a la esencia de lo que confiere sentido a la universidad, es que en ella, por su carácter de institución pública y abierta al conocimiento, como escribió hace muchos